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Mi particular "Pepito Grillo", que solemos tener la mayoría de quienes nos dedicamos a "emborronar" cuartillas, me recordaba muy recientemente ciertas citas o frases utilizadas por mi en anteriores artículos; una de ellas es ésta: "En España falta tradición democrática y también tradición cívica", aunque la demoledora fue ésta otra: "Lo que en estos momentos necesitamos son ideas y no escepticismo, ideas que iluminen los problemas y conflictos que cada día van apareciendo" … y acababa con un ¿Y ahora qué?
Totalmente de acuerdo, le dije, pero le apunté otra que le hizo reflexionar, fue ésta: "Un programa ético que asume la tolerancia como virtud fundamental, ha de atreverse a nombrar y señalar los comportamientos intolerables"; mi andanada, "con munición de combate" le dio en su línea de flotación y reaccionó tal como yo esperaba; "llevas razón, - me dijo- es hora de decir las cosas por su nombre y que cada palo aguante su vela, porque de lo contrario nos hundimos, pero todos".

Mi particular forma de ser, optimista por naturaleza a pesar de todo cuanto se nos viene encima, hizo que le dijera que hay que seguir pedaleando porque las acciones pueden más que las palabras y que, con o sin elecciones anticipadas, otro de los problemas de la España actual es el creer que todo se nos ha de dar "fet i aclarit" y esto es aberrante porque el "papá Estado" es una quimera, sólo el esfuerzo mancomunado de todos es capaz de generar la recuperación no sólo económica sino también moral.

Un domingo de octubre con un sol primaveral, poco frecuente en Gelsenkirchen, ciudad industrial de la antigua República Federal Alemana, por cierto muy bien acompañado, visité un barrio de moderno trazado en cuya construcción había intervenido una de mis acompañantes en su etapa de estudiante de aparejador o titulo similar a éste; Ángelika, así se llamaba la "cicerone" alemana, me explicó que cada grupo de alumnos se había implicado directamente en la construcción de uno de aquellos coquetones chalets; lo hicimos, añadió, al viejo estilo, como cuando acabó la II Guerra Mundial y Alemania tuvo que renacer de sus cenizas, en base al esfuerzo colectivo … si hubiera sido en la Gran Bretaña diría con "sangre, sudor y lágrimas".

Ángelika me dijo tan sólo con el esfuerzo colectivo y es ahí a donde quiero llegar porque aquí y ahora necesitamos de la fuerza que el trabajo colectivo genera; somos un país extremadamente individualista; nos importa un bledo conjugar el verbo "compartir", queremos iniciar la jugada y culminarla nosotros mismos, botar el corner y acudir a rematarlo … ahora no es tiempo de individualismos, ahora es tiempo de pensar en tener las espaldas bien cubiertas y que la "delantera" marque goles, ahora es tiempo de olvidarnos de nuestra forma de ser y de adaptarnos a las exigencias del guión, y este dice escuetamente: "Trabajar en equipo".

Sin renunciar a ser nosotros mismos, con nuestros pecados y nuestras virtudes, hemos de ser capaces de adoptar formas y maneras de otros países que han estado y están en el primer puesto del ranking … los segundones no juegan la "la liga de campeones", sólo la disputan los mejores y hay que intentar estar con ellos.