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Hace unos días, leí en la página de "La Contra" del diario "La Vanguardia", una entrevista a Francisco García Olmedo, catedrático jubilado de Biología Molecular de la escuela técnica superior de Ingenieros Agrónomos de la UPM, que acaba de publicar un ensayo bajo el título de "El ingenio y el hambre".

Me llamó la atención entre otras cosas, su opinión en defensa de los organismos genéticamente modificados. Lo primero que comimos los humanos fueron plantas silvestres. El hambre nos empujó a alimentarnos de hojas, semillas, frutos... y también de vegetales tóxicos para nosotros, pagando por ello un alto precio. Y así, poco a poco, conseguimos una dieta vegetal rica y variada. Más adelante, añadimos a esta dieta proteína animal procedente del pescado, marisco, carroña; y un día probamos el cadáver quemado de un animal y nos gustó. Y empezamos a comer carne cuando podíamos cazarla, nos convertimos en cazadores recolectores, y eso fuimos la mayor parte de los 150.000 años de nuestra historia. Los cambios climáticos secaron pastos, diezmaron los animales, y tuvimos que seleccionar las semillas más adecuadas para sembrar y cosechar, nos convertimos en agricultores. Desde el comienzo de la agricultura y la domesticación de los animales, hace unos 10.000 años, las especies vegetales y animales han sido seleccionadas y sometidas a diferentes procedimientos de cultivo y crianza con la finalidad de aumentar su productividad y hacerlas más apetecibles. Este proceso milenario se prosigue actualmente con mayor rapidez y precisión con las plantas transgénicas.

Una planta genéticamente modificada o transgénica, es una planta que ha recibido algún gen de otro organismo que la hace más resistente a las plagas y a los virus y que consigue que sea capaz de ser cultivable en terrenos en los que no podía serlo. El trigo que se emplea para fabricación del pan, es muy distinto de la planta silvestre que se encontraba en los campos junto a otros vegetales pertenecientes a la familia de las gramíneas. El trigo fue modificado genéticamente y quienes lo modificaron no sabían que estaban haciendo ingeniería genética.

El doctor García Olmedo considera que los transgénicos son los organismos más controlados de la historia y no tienen riesgo para la salud, y que se debería ir con más cautela con los alimentos procedentes de la llamada agricultura ecológica. Este tipo de agricultura fertiliza los cultivos con estiércol animal, a veces fresco, con peligro de contaminar por coliformes fecales frutas, verduras y demás alimentos "naturales". El mencionado doctor estima que es falso que los plaguicidas naturales sean más inofensivos para el entorno y la salud que los sintéticos, que los alimentos ecológicos sean más nutritivos y sanos que los demás y, que la fruta ecológica sea la más sabrosa. También opina este especialista en ingeniería genética de las plantas que los alimentos transgénicos pueden contribuir de forma significativa a la reducción del hambre en el mundo.

La Comisión Europea, autorizó el pasado dos de marzo por primera vez desde 1998 el cultivo y comercialización de un producto genéticamente modificado, la patata "Amflora", que podrá emplearse para uso industrial y para alimentación animal. El primer cultivo transgénico se plantó en 1994. Desde entonces se ha aprobado una treintena de estos cultivos, y algunos de ellos se han extendido a 25 países. España es, dentro de la UE, el país que dedica mayor número de hectáreas (entre 60.000 y 100.000) al cultivo de maíz transgénico.

Las agencias científicas evaluadoras de la Seguridad Alimentaria afirman que los cultivos transgénicos aprobados son seguros para la salud y para el medio ambiente. Las agrupaciones ecologistas como Greenpeace se oponen a estos cultivos porque creen que "suponen una amenaza para el entorno y para la salud humana".