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A treinta y dos kilómetros de la ciudad de Andujar en la provincia de Jaén en una serranía en la que destaca la vegetación de madroños con el característico color rojizo de sus frutos, se levanta un famoso santuario mariano que lleva el título de «Nuestra Señora de la Cabeza». No hay que confundir este nombre con el de una antigua santa madrileña que es conocida como santa María de la Cabeza y que era la esposa del santo patrono de la capital de España, san Isidro labrador. El nombre dado a la Virgen de Andujar, patrona de la diócesis de Jaén, parece que proviene del topónimo del cerro en donde se levanta el santuario, montículo que se llamaba el Cabezo.

Desde abril del pasado 2009 hasta el mismo mes del año actual, se está celebrado con mucha afluencia de peregrinos un año jubilar concedido por Benedicto XVI. El santuario, que se levanta sencillo y airoso con una iglesia austera cuya fachada va rematada por una robusta construcción en forma de espadaña de dos niveles, desde donde el tañer de sus sonoras campañas se expande por toda la comarca. Como muchos otros santuarios la tradición refiere que la Virgen se apareció a un pastor a principios del siglo XIV. Una canción de ciego, de esas que solían entonar los invidentes pidiendo limosna, se refería al origen de este lugar de peregrinación y dice así: «Pastor venturoso fuiste, / y dichoso fue aquel día / que tanto bien mereciste / en que con tus ojos viste / a la Sagrada María»

Los orígenes de este santuario coincide más o menos con los años de la muerte martirial del obispo de la diócesis de Jaén, san Pedro Pascual, de la Orden de la Merced. Quizá pueda considerarse como un fruto precioso del martirio de este santo pastor de almas, el cual fue hecho cautivo mientras visitaba los pueblos de su obispado y fue conducido al reino de Granada, donde al principio gozó de bastante libertad y en esa hermosa capital del reino granadino pudo hacer mucho bien a los cristianos cautivos, de tal modo que cuando desde su diócesis le enviaron una notable cantidad de dinero para gestionar su libertad, prefirió emplearla en liberar a bastantes de los que padecían cautiverio, quedándose él en Granada donde al fin fue inmolado el 6 de diciembre del año 1300.

Pasando el tiempo el santuario de Ntra. Señora de la Cabeza se hizo famoso en toda España, de tal modo que Lope de Vega lo pone al nivel de los más célebres, como Guadalupe, el Pilar y Montserrat. Cervantes en su novela Los trabajos de Presides y Segismunda pone en boca de un peregrino estas palabras: «Como halcón noruego me entretendré con la santa Verónica de Jaén [el lienzo de la Santa Faz], hasta hacer tiempo de que llegue el último domingo de abril, en cuyo día se celebra en las entrañas de Sierra Morena, tres leguas de la ciudad de Andujar, la fiesta de nuestra Señora de la Cabeza, que es una de las fiestas que en todo lo descubierto de la tierra se celebra». Y luego añade: «En el rico palacio de Madrid, morada de los reyes, en una galería, está retratada esta fiesta con la puntualidad posible: allí está el monte, o por mejor decir, peñasco en cuya cima está el monasterio que deposita en sí una santa imagen, llamada de la Cabeza, que tomó el nombre de la peña donde habita, que antiguamente se llamaba el Cabezo. […] El lugar, la peña, la imagen los milagros, la infinita gente que acude de cerca y lejos, el solemne día que he dicho, le hacen famoso en el mundo y célebre en España sobre cuantos lugares las más estendidas memorias se acuerdan» (libro 3º, capítulo 6º).
La Virgen de la Cabeza por concesión del Papa san Pío X fue declarada patrona de la diócesis de Jaén y coronada pontificalmente en 1909. Es con motivo de ese centenario que se ha concedido el actual jubileo. Desde 1930 la custodia del santuario fue dada a frailes Trinitarios, cuya Orden, igual que la Merced, fue fundada para la redención de cautivos.

Unos tristes acontecimientos comparables a una dolorosa cautividad fueron los del asedio al que en este santuario se vieron sometidos un gran número de personas y un contingente de guardias civiles desde septiembre de 1936 hasta mayo de 1937. En estas circunstancias con el asalto de las tropas la iglesia y demás edificios quedaron destruidos y muchas personas perdieron la vida en medio de estas azarosas circunstancias. El santuario fue después reconstruido y bajo la protección de La Virgen constituye un hogar de paz y de unión fraternal para los moradores de la región y los peregrinos que allí acuden en romería, también desde todas las provincias limítrofes y otras regiones de España.

Con hermoso versos el poeta M. Herrero García invoca así a Nuestra Señora: «Déjanos, Virgen, en tu clara sierra, / vivir con las alondras y las flores / que cantan día y noche tus amores, / llamándote Cabeza de la tierra».