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Los litros de sangre derramados por los "camisas rojas" ante la verja del domicilio del primer ministro Abhisit en Bangkok han conseguido uno de sus objetivos.La prensa mundial ha vuelto a hablar de su protesta.

El millon de manifestantes en rojo que el pasado domingo tenia que tomar la capital quedo reducido a 100.000.Sus demandas de disolucion de las Camaras y nuevas elecciones no se aceptan como previas para un diálogo que el primer ministro ofrece.

Como se pronosticaba desde sus inicios la roja protesta de los campesinos y las masas pobres del Norte y Nordeste parece cada vez mas una típica lucha de clases. Los mismos líderes apelan a una guerra de clases. Más que el retorno del depuesto Thaksin por el golpe de estado de septiembre se va perfilando un objetivo de más alcance.Acabar con la "amataya". Este palabra thai puede traducirse simplemente como "la elite de Bangkok".Pero significa mucho mas ampliamente la burocracia del estado,la aristocracia del dinero la nobleza, el poder del Ejercito y en último término la fortaleza del Consejo Privado. Es contra todos estos elementos que se manifiestan los que quieren paralizar Bangkok. La desigualdad social en este país es tan grande que hasta que Thaksin con su populismo se puso de parte de los pobres parecia aceptarse con la lógica budista del "kharma"

El hablar ahora de lucha de clases parece poner las cosas más claras para el lector occidental.Pero las disidencias internas en el conglomerado que adoctrina a las masas de rojo ya han aparecido. Los partidarios de las manifestaciones pacíficas y de los actos simbólicos como la recogida de sangre y su supersticioso vertido ante el edificio del Gobierno o la residencia del primer ministro están perdiendo el tiempo.Un antiguo comunista y un audaz general preconizan una línea dura y que confronte a las más de 50.000 fuerzas del orden con los hasta hoy pacíficos y ruidosos manifestantes .En el fondo los "duros" lo que ven es una Guerra civil de pobres contra ricos para acabar con la "amataya".

Este fin de semana los rojos trataran de inmovilizar de nuevo Bangkok con el enojo de las clases medias urbanas que no parecen compartir sus difusos ideales de justicia de clases.El temor de los observadores es que la contencion y sangre fría del gobierno que han evitado hasta hoy que se vierta otra sangre que la de los conjuros y exorcismos este llegando a su límite.

La sombra de Thaksin y la de una guerra civil siguen presentes en Tailandia. El golpe de estado que termino con el segundo periodo que las elecciones otorgaron al llamado Berlusconi tailandés no ha servido para que la frágil y peculiar democracia se consolide. Nepotismo, compra de votos,corrupción política,desigualdades sociales profundas no son buenos ingredients que configuren un estado democrático al estilo occidental.
Lo único que parece probable es que unas nuevas elecciones las volvería a ganar Thaksin, que la "amataya" viera complacida otro golpe de estado y volver a empezar. Triste destino de un país que fue llamado el de las sonrisas y que ve como su inestabilidad política pone en peligro una fuente de divisas y de puestos de trabajo como el turismo. Pero es muy difícil decir que los "rojos" o los 'amarillos" cercanos a la "amataya"tengan toda la razón. Sólo la intervención real podria resolver el impase. Pero la muy frágil salud del Rey que lleva desde septiembre hospitalizado no parece que esta vez le permita resolver el dilema de Tailandia.