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El PSIB-PSOE proclamó el sábado a Antich candidato a la presidencia del Govern de les Illes Balears. Si no hay alteraciones, hasta dentro de un año no se convocarán las elecciones, pero ya se ha presentado el cartel. Que se haga con tanta antelación da lugar a varias lecturas. Primera, el PSOE ya se ha olvidado de aquellas elecciones primarias que diez años atrás sirvieron para elegir candidato precisamente a Antich y que se vendieron como ejemplo de democracia interna en el partido. El tiempo explica que fue una coartada y que las cosas en política son generalmente lo que aparentan, unos pocos manejan y muchos aplauden.

Segunda, y más preocupante. El Govern ha cerrado en tres años la legislatura, nombrar y difundir públicamente la designación del candidato constituye la apertura de facto de la precampaña. Ya no se gobierna, se prepara la convocatoria, la digestión de la corrupción. Asistimos a un paréntesis dentro del paréntesis general de un mandato imposible por las circunstancias, imposible por el contexto e imposible por la actitud de quienes llegan para cambiarlo todo con la idea de que todo quede como estaba. Nació como legislatura de tránsito y el PSOE ha consolidado la etiqueta, como si todo vaya a comenzar de nuevo, nos quedamos sin el gobierno que no hemos tenido.