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Algunos anuncios de televisión son auténticas obras de arte, verdaderas películas de 20 segundos, tiempo suficiente para contar una historia, sorprender y, sobre todo, persuadir al espectador de la compra del producto que se anuncia. La publicidad es denostada por muchos, entre ellos, esos locutores y algunos periodistas audiovisuales que suelen decir "y ahora nos vamos a la publicidad" como quien dice nos vamos a abrevar al pilón, con un puntito peyorativo. Es cierto que, como en todo, hay anuncios malos, pero la publicidad bien hecha es pura creación. Entonces, el anuncio se convierte en algo más, una pequeña historia de cine -cómo olvidar aquel bellísimo spot del muñequito de Elvis que, por cierto, vendió luego más muñecos que el coche que anunciaba- o una promoción de la idea, del paisaje, la fiesta o la tradición elegida como fondo. Eso es lo que, según cuentan, se espera del rodaje que la semana pasada ha recorrido varios escenarios naturales o impostados de Menorca con una cerveza como objetivo de la campaña. La repercusión que el anuncio tuvo el año pasado en Formentera y el natural atractivo de ver tu entorno en este minicine ha levantado unas elevadas expectativas. Pero en TVE no lo veremos y, si resulta un chasco, el zapeo lo borrará de la pantalla a las primeras de cambio. Así que ojalá sea bueno.