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Imagino que usted, como todos, se habrá parado alguna vez en su camino para hacerse a sí mismo la trascendental pregunta de si es un tipo con suerte, afortunado o si ésta le ha dado la espalda. Teniendo en cuenta que la idea que cada uno tiene sobre la suerte es muy variada, podemos arriesgarnos a pensar, siempre en base a lo poco conformistas que somos, que la mala suerte es compartida por un amplio abanico de individuos sea cual sea su nivel económico, unos por tener poco y otros por tener en exceso. Somos unos quejicas por naturaleza, obsesionados por mirar y desear siempre lo que tenemos por delante y jamás comparar ni valorar lo que tenemos a nuestras espaldas, quien tiene poco desea más y quien tiene de sobras aspira a tener muchísimo más. Hace tres días tuvimos 31º, el Menorca Basquet, cuando estoy escribiendo esto, se va a jugar el ascenso a la máxima categoría, la arena de nuestras playas, nos tiran del brazo para que empecemos a pensar en otras cosas menos trágicas, a sumergirnos durante un tiempo en las borracheras de los mundiales y a empezar a rebozarnos con las cálidas arenas. Para unos será eso una gran suerte y para otros menos, un simple paréntesis a la realidad cotidiana. Pero es que somos así y no podemos, aunque deberíamos, dejar de pensar en que la vida son cuatro o si me apura cinco días y que hay que quemarlos como sea, antes que ellos nos quemen a nosotros. Y es que la vida la escribimos casi siempre sobre papel arrugado y lleno de borrones.