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La semana pasada concluyó el plazo para la presentación de alegaciones al plan director de carreteras, un documento de indudable trascendencia para el transporte y para el desarrollo económico de la Isla. Estos días se han conocido algunas de esas aportaciones que intentan mejorar un plan cuya demora en la tramitación revela, por un lado, las dificultades para hallar un cierto grado de consenso político en la definición de su contenido y, por otro, el riesgo de que algunas de las soluciones planteadas pierdan efectividad por el tiempo transcurrido.

Una de las propuestas presentadas por el Colegio de Ingenieros incide en una alternativa a la vía orbital contemplada en el área sureste de la Isla y que se ha convertido en foco de crítica de grupos políticos, vecinales y ecologistas. La solución soterrada al nudo de tráfico del colegio La Salle de Maó supone una opción digna de estudio por cuanto, como apuntan los propios ingenieros, no ocupa territorio, es más económica, no genera expectativas urbanísticas ni condiciona el planeamiento urbano. Y, sobre todo, responde a un criterio racional y coherente con el principio de sostenibilidad que inspira la política relacionada con el territorio.