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Amigo lector, llegada la noche lo mejor que puedes hacer es dormir. O irte de parranda. Pero si tienes que quedarte en casa, lo mejor que te puede pasar es que Morfeo te reclame a filas y caigas rendido. ¿Por qué lo digo? Porque la oferta televisiva que pulula a ciertas horas es pura bazofia. Entre pitonisas, pitonisos, saltimbanquis con concursos engaña bobos y tipejos que parece que en lugar de tripa tienen un tablero de ajedrez gracias a un aparatejo mágico propio de la saga de Harry Potter, a uno le entran unas ganas de hacer algo por lo que luego las autoridades pertinentes le harían descansar un rato a la sombra. ¿Verdad que me entiendes?

El otro martes me emborraché de insomnio y opté por zappear un rato. El reloj hacía un buen rato que había sobrepasado la 1 de la madrugada, inocente de mí. El menú degustación que me ofreció la caja tonta me dejó atónito. Me esperaba algo malo, pero no hasta estos puntos estratosféricos. De entrante, concurso presentado por un chico que parecía que había abusado de las bebidas energéticas y de ciertas drogas que le hacían latir el corazón a más revoluciones de las adecuadas. Por consecuente no callaba, ni cuando era el turno del concursante/tonto que entró en antena. La verdad, no sé si me puso más nervioso el titiritero de postín, guaperas y seguramente reciclado de algún Gran Hermano o Operación Triunfo en el que naufragó miserablemente, o el individuo que no tenía nada mejor que hacer que llamar para contestar a la complicadísima pregunta: Nombre de hombre que contenga la A. "Pedro", contestó el angelito. En ese instante perdí la fe en la humanidad.

Bueno, y cambié de canal.Me encontré con el Ultra Super Magic Power Increible Fantasy Automatic Plus. O algo así. Un aparato en el que te sientas y casi, sin hacer mucho esfuerzo -los protagonistas lo utilizaban sin sudar y sonriendo- te salen unos cuadraditos al rededor del ombligo, que los expertos en salud llaman abdominales. Pobres... No saben que los abdominales, en realidad, son los padres.El postre me lo dio un enviado de las estrellas, tal y como se autoproclamaba. P

resumía de leer el futuro y acertar tu pasado (Lector, ya me dirá para qué sirve). Creo que tú y yo jugando al ahorcado a ciegas, hubiéramos tenido más éxito. Fallaba más que una escopeta de feria. Y te cobraba lo mismo, más o menos. Me relajé y me puse a contar ovejas, que nunca falla.

Falso. Cerré los ojos y me dormí lamentándome por la humanidad.