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Los números dados a conocer por PIME esta semana confirman la tendencia de una temporada turística cada vez más corta y, por tanto, menos rentable. Mayo, el mes que tradicionalmente abre la puerta a esta actividad, refleja con nitidez la deriva de la última década, se ha perdido la mitad de los pasajeros, dato que afecta de forma singular, aunque no exclusiva, al mercado británico, el principal surtidor vacacional en esas fechas, y al germano, con una caída porcentualmente más significativa ya que la cifra se ha reducido a menos de la mitad.
El impacto de estos datos en la oferta complementaria es notable, más de dos terceras partes de los negocios han perdido ingresos, particularmente el comercio, y sólo actividades emergentes como el turismo rural o sectores favorecidos por una coyuntura favorable como las empresas de alquiler de vehículos obtienen mayor rendimiento. Los esfuerzos que durante los últimos años se han realizado por eso que se ha llamado desestacionalización no han dado el fruto esperado a pesar de los generosos recursos que se destinan y las campañas que se programan. La realidad sigue describiendo una temporada más breve, con menos visitantes y más concentrada.