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Estoy sorprendida y les explico por qué. El otro día me encontraba en el parque de Es Freginal, en Maó, para ver qué tal se desarrollaban los actos con motivo de la celebración de Sant Joan.

En un momento dado, mis ojos no pudieron abrirse más al escuchar las barbaridades que salían de ciertas bocas situadas tras de mí. Cuál fue mi sorpresa cuando, al girarme, compruebo que toda aquella sarta de insultos y expresiones ordinarias eran gritadas a los cuatro vientos por un grupo de niños y niñas que no tendrían más de ocho años.

No sólo se lo estaban pasando pipa ahí sentados sobre un muro, si no que, además, contaban con la aprobación y las sonrisas de sus familiares. Precisamente hoy, me vienen a la memoria las palabras de un profesor que se jubila tras 35 años de profesión: "yo he visto la decadencia" me decía.

Una frase dura pero llena de realismo. Es cierto que nadie se atreve a poner límites pero alguien deberá dar el primer paso hacia el cambio en la Educación. El modelo excesivamente permisivo con el que contamos se nos ha ido de las manos. Mientras tanto, sigamos sonriendo.