TW
0

La semana pasada se celebró en el Congreso de los Diputados el debate sobre el estado de la nación. Se retransmite por televisión y algunos lo vemos. Luego hay medios y empresas de estudios demoscópicos que se empeñan en establecer un ganador, no se concibe un debate sin victoria y derrota, aunque siempre entendimos que un debate es, eso, contraste de ideas, reflexiones, crítica, propuestas, puntos de vista y resoluciones. Para "El País" y "El Mundo" el ganador ha sido, por poquito, Rajoy y según el CIS, Zapatero venció con rotundidad. Otros creemos que ambos perdieron y perdimos también los ciudadanos, cuantos seguimos la sesión y quienes lo omitieron.

La resaca del Mundial ha dejado unos posos de optimismo en la sociedad, una especie de arranque de genio al estilo Laporta "¡que no estamos tan mal!", pero la realidad auténtica del país no apareció en las voces de sus señorías. Ellas van a lo suyo, a encantar al personal con promesas de que todo irá mejor a partir de ahora aunque sea sableando aún más al asalariado y a las empresas, a ensañarse con las secuelas que deja una crisis que se imputa a quien gobierna o a pasear el problema catalán y el Estatut, asunto que copó horas del debate. El estado de la nación no pasa por el Congreso, pasa cada día por los periódicos y no es ni tan bello ni tan negro como lo pintaron unos y otros en Madrid.