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El Aeropuerto ha vivido este fin de semana una media de 45 minutos de retraso en todos sus vuelos, según reconoce AENA, aunque las demoras han sido de varias horas en algunos casos y prácticamente ninguna operación se ha librado de esa incidencia. Ha ocurrido al comienzo de la segunda quincena de julio, que marca unan de las puntas de actividad en los destinos turísticos, por lo que la anomalía ha multiplicado las incomodidades causadas a los miles de pasajeros que iniciaban sus vacaciones o regresaban de las mismas. Vuelve a resentirse el nervio más sensible de la economía menorquina y de sus gentes, rehenes por razones obvias del transporte.

Según han reconocido algunos portavoces de los controladores aéreos, el conflicto es consecuencia de una protesta de este colectivo, molesto con las últimas medidas del Ministrio de Fomento tendentes a racionalizar y aumentar su productividad. Sabedores de su posición estratégica, tensan una vez más los medios a su alcance con el fin de avanzar, o no retroceder en este caso, en las condiciones laborales y salariales de las que vienen disfrutando. El ciudadano lo entiende pero no lo comparte, hay una desproporción abismal entre los fines, los medios y el daño que causan.