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La Ministra de Sanidad ha dicho bien clarito que, a partir de Septiembre, se ha acabado eso de vender bollos en los coles. Teniendo en cuenta que hecha la ley hecha la trampa, imagino que se abrirá un paréntesis de permisividad en el cual, los chiringuitos de los centros educativos deberán reciclarse, ponerse al día. Y como el negocio es el negocio y eso de vender bollos y derivados lo es y mucho, imagino que todos querrán agotar las existencias y luego estudiar nuevas tácticas comerciales. Con esa medida se pretende reducir el colesterol y la obesidad del niño/a y ver si el quiosquero es capaz de renovarse, de vender otros productos más saludables. Pero la batalla no va a estar en los patios de los coles sino que las guerras van a tener que ganarse en los hogares, en la mente de muchas mamis que, ante la insistencia atroz por parte de los niños, inducidos por las campañas televisivas con cromos y pegatinas, prefieren más darles el "bollazo" al nene a que estos les den el "coñazo". Si el esfuerzo educativo no va a la par, de poco van a servir las campañas, es como el fumar sí o el fumar no. Los padres y muy especialmente las madres, van a tener que empezar a despejar sus mentes y empezar a pensar "¿de qué le hago hoy el bocadillo?", eso o que se vayan sin desayunar o que los chiringuitos del cole reemplacen sus prohibidos bollos por autorizados bocatas, vamos, que eso de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo", nada de nada. ¡Clotellada a las malas costumbres!