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La semana pasada me quedé impactado viendo un telediario matinal. José María Aznar, ex presidente del Gobierno que no deja de sorprender con sus excentricidades, visitaba Melilla para paliar el desamparo que, a su entender, sufría la ciudad autónoma por parte del equipo de Zapatero. La información se cerró sin que se llegara a deducir cuál había sido su aportación efectiva a la resolución del asunto. Al cabo de unos segundos, fatal coincidencia: el telediario informa del fin de la presencia de tropas estadounidenses en Iraq, una invasión de dudosa legitimidad que se ha saldado con más de 100.000 civiles muertos y una inestabilidad en el país más que preocupante. Cabe recordar que el propio Aznar fue uno de los impulsores, prescindible pero impulsor al fin y al cabo, de la operación militar de causas manipuladas y consecuencias lamentables cuyo trágico balance sigue a día de hoy pendiente de cerrar. Él buscó la foto junto a Bush para convertirse en portada de los periódicos, precisamente el mismo objetivo que su reciente visita a Melilla. Y que casualidad. La tensión con Marruecos fue el escenario de la "otra" intervención militar que aparece en el historial de Aznar, la cómica reconquista del islote de Perejil. Todo, en su conjunto, bastante prescindible. Lo de Melilla es de risa, lo de Iraq...