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Antònia Gener se despide del Ayuntamiento de Ciutadella y afirma al hacer balance que siempre hay facturas pendientes, que también las había cuando ella llegó. Como explicación resulta sumamente pobre y desalentadora. Por puro espíritu de superación cualquier persona debería aspirar a hacer las cosas lo mejor posible, un político al servicio del interés general todavía más. Resulta, asimismo, sintomática de cómo se aborda la gestión de los fondos públicos pese a los mecanismos que la ley establece para la disposición del gasto. Es normal que al cierre del ejercicio queden obligaciones pendientes de pago, precisamente por la necesidad de cumplir una serie de trámites que impiden que una compra del 20 de diciembre, por ejemplo, no se pague de hoy para mañana, y que existan gastos que, por su envergadura, han de repartirse en diferentes anualidades. Pero de ahí a dejar el cajón lleno de facturas impagadas va un trecho y parece moneda corriente sea el gobierno de turno de uno u otro color. Se impone más cariño y rigor a la hora de gestionar el erario y más en tiempos de vacas flacas.