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Son días de provocaciones. Al otro lado del Atlántico el pastor Jones salta a la fama convocando la quema del Corán, y en el viejo continente debemos aguantar los chascarrillos de mal gusto del primer ministro italiano, que dice operarse las bolsas de los ojos e injertarse pelo por respeto a los demás y que, encima, es un fenómeno dando consejos. Su última actuación ha sido ante las jóvenes generaciones de su partido, Pueblo de la Libertad (PDL), a quienes ha animado a no leer los periódicos y a que no piensen únicamente en ser contratados por una empresa; lo mejor, les ha dicho, es que se concentren en cazar a algún millonario-a para casarse. Sí, ellos y ellas, que aspiren a lo más alto, que sean emprendedores y creen algo por sí mismos, aunque sea un matrimonio de conveniencia. Y lo dice él, protagonista de espectáculos erótico-festivos y envuelto en problemas judiciales y que, pese a todo o gracias a ello, se mantiene en el poder. Es sorprendente que sus conciudadanos le aguanten y no nos priven ya, en las urnas, del esperpento de un 'cavallere' que dista mucho de serlo.