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La concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2010 a Manos Unidas es un merecido reconocimiento a la ingente labor que desde hace 50 años realiza esta asociación de la Iglesia española para la ayuda, promoción y desarrollo en los países más desfavorecidos. Una tarea que se ha llevado a cabo y se sigue sustentando gracias a los voluntarios que generosamente se han puesto al servicio de los demás. En este sentido, la Conferencia Episcopal Española, promotora de la candidatura, manifestó ayer su gran satisfacción por el hecho de que el galardón sea para una organización "que lleva medio siglo declarándole la guerra al hambre de pan, de cultura y de Dios". Por otra parte, la donación íntegra de los 50.000 euros con los que está dotado el premio a realizar un proyecto en Haití es un ejemplo más de que la entrega solidaria de Manos Unidas no se toma un solo día de descanso.

La presidenta de la ONGD, Myriam García Abrisqueta, ha declarado que el premio servirá "como altavoz para los olvidados, aquellos que más necesitan, para los más pobres". Y también debe ser un despertador de conciencias para que la sociedad se sensibilice e implique más en mejorar las condiciones de vida de tantas personas que sufren.