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Los responsables políticos de educación lo tienen claro. O aterriza un OVNI en el patio de un colegio o en cada inicio de curso repetirán que éste ha empezado con normalidad. Está escrito en su manual y de allí no salen. Lo curioso es que de un tiempo a esta parte no se equivocan con el tópico, porque en normal se ha convertido empezar las clases con docentes de menos, con estrecheces de más y con una epidemia de aulas modulares. En normal se ha convertido que empiecen el curso diciendo que no sé cuantas obras de mejora eternamente anunciadas son inminentes, y en normal se ha convertido que minimicen el problema de la saturación alegando que las ratios son adecuadas. Hombre, sí. Adecuadas, sí. Con casi una línea de más por centro en el caso de Maó y haciendo trampa con la media al meter en el mismo saco a todas las escuelas de la Isla. Así sí que nos salen las ratios. Pero señores, el problema no son las medias. En un tema como en la educación hay que poner el microscopio, y ver que hay colegios que lo pasan realmente mal para confeccionar grupos y encontrar espacio para todos. Si en un centro de Maó de dos líneas ya prácticamente hay tres, y con ratios al límite, ¿en qué le ayuda que el bajo número de alumnos del colegio de Es Migjorn Gran, por ejemplo, baje la media de la Isla? No importa el promedio, importa cada niño.