TW
0

Digan lo que digan y por mucho que se empeñen los anuncios de la televisión, a mí el mes de septiembre no me gusta. Ni por las rebajas, ni por la vuelta al cole, ni por las colecciones por fascículos ni por la 'resaca' que queda por Menorca. Septiembre es un mes tonto. Quiere ser otoño cuando todavía es verano y regala, entre tarde y tarde, algún ratito de sol y de buen tiempo que invita a ir a la playa, aunque sea a pasar un rato 'asseguts a sa vorera'.

Para nosotros, amigo lector, que somos isleños de cepa y que aborrecemos, hasta cierto punto, la masificación que vive esta nuestra roqueta durante el mes de agosto, septiembre significa punto y final. Las niñas guapas de la Península regresan a casa con papá y nos dejan medioenamorados, nos juramos y perjuramos que es el último verano que lucimos barriga para proponernos ipso facto apuntarnos al gimnasio y hacer mil abdominales, como mínimo, al día. Eso y que mejoraremos sensiblemente la dieta para que el verano que viene seamos los más chulos del lugar.

Un amigo, Pepe Escudero, me confesaba el otro día que el mes de septiembre también tiene algo de romántico. Los matrimonios, cansados de soportarse con cariño durante los fines de semana de julio y agosto, regresan a su particular guerra fría del fin de semana. Los sábados se ve fútbol por la tele y los domingos programas del corazón. O viceversa. Ahí está lo maravilloso del matrimonio. Que cuando no te gusta lo que tu pareja ve por la televisión siempre puedes ir al bar con los amigos y más tarde ya pasarás cuentas con la parienta.
Insisto. A mi septiembre no me gusta. Me recuerda que todo lo que he tenido este verano al final se queda en nada. En recuerdos más o menos borrosos de un tiempo pasado, que sin ser mejor, sí que fue más divertido. Lo único bueno que tiene septiembre, a mi entender y así de buenas a primeras, es que las noches menorquinas están más calmadas, lo que facilita poder coger las cañas de pescar y bajarte un rato al mar con un buen libro a esperar que pique algo.

Ahora que caigo, con la llegada de septiembre los que se van son los vecinos de mi amigo Albert, lo que nos deja la piscina para nosotros, así como el jardín, donde nos damos cuenta de que el fútbol ya no es lo nuestro con partiditos en los que no se trata de ganar o perder. Lo importante es humillar al rival. Es lo que se hace entre amigos el mes de septiembre.

dgelabertpetrus@gmail.com