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Muchas familias sufren en silencio los efectos de la crisis económica. No se manifiestan ni protestan, sin embargo padecen grandes dificultades por su falta de recursos económicos. Muchos centros escolares perciben esa situación, cuyo análisis en público se evita porque se teme el desprestigio social. Esta semana se ha conocido la reducción progresiva de la escolarización de los niños de 2 años. En algunos municipios, cerca del 40 por ciento no acuden a las escuelas infantiles. Hasta los 2 años es necesaria la convivencia con los padres, pero camino de los 3 debe iniciarse la socialización. Aparte de la cuestión pedagógica, este descenso de matrícula esconde uno de los dramas de la crisis. Muchas familias no pueden pagar los 150 euros mensuales que cuesta aproximadamente la presencia de un niño en los centros de educación infantil, porque necesitan dedicar ese dinero a cuestiones urgentes, como la alimentación y la vivienda. La reducción de gastos es imprescindible, en una época aleccionadora sobre las consecuencias de los excesos en el consumo. De todas formas, las administraciones públicas deberán prestar atención a los síntomas de un profundo malestar social y atender las demandas prioritarias aunque no se presenten en sociedad.