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Los concesionarios de automóviles celebran este fin de semana una feria que nació con empuje en los años de bonanza y que había quebrado su continuidad desde hace tres años. El descenso del mercado de venta de automóviles que empezó a manifestarse entonces aplazó la cita con la esperanza de que llegaran tiempos mejores. No han llegado, pero los empresarios han optado por recuperar la convocatoria con el ánimo precisamente de reanimar un sector que sirve como pocos de indicador de la situación económica, sobre el que se centran también planes para incentivar la venta y en el que repercuten directamente medidas fiscales de impacto como la subida del IVA el pasado mes de julio.

Desde el punto de vista del negocio, Feriame llega posiblemente en el peor momento de la década, con clara tendencia a la caída en la venta de unidades y con la desaparición de algunas empresas, de modo que la cita, además de escaparate, reclamo de público y mesa de contactos, pretende actuar de revulsivo. Es una apuesta por el optimismo que, sin traspasar los criterios de austeridad que ahora se exigen en su organización, espera una respuesta significativa de interesados en las novedades siempre atractivas de la industria automovilística.