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Le sentimos, tenemos la extraordinaria cualidad de sentir las cosas profundamente, tan profundamente que se nos llegan a ir tan abajo que, cuando queremos aflorarlas, necesitamos pasar por una obligada descompresión para que nuestro cerebro no nos estalle. Y eso es más o menos lo que nos está ocurriendo con Venezuela que nada tiene que ver con la mayoría de los venezolanos porque ellos, como el resto de los países de este nuestro mundo va donde se le dice más que por donde desearía ir. Nos cocinan, nos sirven los primeros y los segundos, se nos dan postres o se nos castigan sin ellos, depende y hasta se nos da de comer en la boca con tal de que "traguemos" hasta la última cucharada de sopa boba. Desde que tengo uso de razón, que de eso no sé si hace mucho o poco porque me la dan y me la quitan constantemente, observo (observamos) que desde la presidencia de ese país nos torean constantemente, nos contradicen y nos desacreditan como si nuestra legislación fuera papel mojado, no se si por lo tradicional de la "fiesta nacional" o por lo de las profundas cornadas que da la vida. Y algo que siempre me he preguntado desde que tengo ese supuesto uso de razón, es que diablos significa eso tan traído y llevado de "la madre patria". Lo comprendería en el seno de una familia ordenada y respetuosa entre sus miembros, pero cuando te sale un hijo respondón que se te sube a la espalda para morderte una oreja, no estaría de más plantearse si sería conveniente decirle que se vaya a vivir solo, que se emancipe de una puñetera vez y que nos deje vivir en paz.