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Hace apenas un mes que sin tener idea, naturalmente, de la que ha ocurrido estos días, escribí en estas mismas páginas sobre el bombardeo de noticias, o sea acerca del hecho de la cantidad incontrolable y abrumadora de información que nos llega a todas horas, lo cual hace muy difícil sino imposible poderla valorar acertadamente y discernir de entre tanto material lo que es en verdad muy importante de lo que lo es menos o de lo que no lo es en absoluto, mezclado en un totum revolutum que propicia más bien la confusión que el aumento de conocimiento, como sería lo deseable.

Qué es lo que ha ocurrido o lo que se ha sabido ahora con bastante retraso por cierto, y que los medios en general lo han destacado en sus titulares y no es por tanto una noticia menor: han sido dados a conocer centenares de miles de documentos originales que ponen al descubierto y en conocimiento de la opinión pública una serie de delitos graves que comprometen seriamente a Estados Unidos y a otros países, "los gobernantes tienen las manos libres para robar y amnistiarse mutuamente como en Francia e Italia o para masacrar a miles de civiles y dejar curso a la tortura en Irak y Afganistán ha escrito Manual Castells en "La Vanguardia" del pasado día 30 de octubre comentando la noticia. Y en "El País" del día 31 Soledad Gallego-Díaz glosando a su vez la misma información en un articulo que titula "¡Qué gran noticia!" se felicita escribiendo que ésta ha sido la mejor noticia que hemos recibido los periodistas en mucho tiempo

Esta noticia y los comentarios que una tan extraordinaria novedad han suscitado en la pluma de algunas figuras más destacadas del análisis político en nuestro país aparece con titulares bien destacados como ya señalé, pero no sería de extrañar que así y todo haya alguien o mejor dicho algunos que por lo mucho y muy de cerca que les afecta se van a ocupar seriamente para que poco a poco desaparezca de las primeras páginas, diluida por otras noticias de mayor peso –si es que sea posible que las haya de más gravedad– o que causen más impacto en la sensibilidad de tanto lector aturdido por la dichosa invasión informativa a la que estamos sometidos de un tiempo a esta parte.

Simplificando mucho un tema más bien complejo que con seguridad, pienso, va a tener medio o a largo plazo muchas e interesantes consecuencias, señalaría al menos dos aspectos bien distintos acerca del explosivo material que contiene la sensacional noticia que estoy comentando. Uno es ciertamente negativo y poco optimista. Me refiero a la ventajosa situación de la que gozan en este momento quienes manejan desde sitios muy encumbrados las riendas del poder a nivel mundial, a los que por la cuenta que les trae no conviene nada que se divulguen las fechorías –quiero decir los delitos y aun los crímenes– que ellos cometen o impulsan en un cómodo anonimato.

Los ladrones y los saqueadores de los caudales públicos que se nutren de la modesta contribución del ciudadano medio que somos todos son una minoría seguramente insignificante pero muy poderosa y no van a dejar libre y sin más el timón del poder que monopolizan desde el oscuro lugar donde están escondidos y no me refiero sólo a una de las que he llamado fechorías.

El aspecto positivo lo dejo para una ocasión próxima y así no me extiendo mas de la cuenta.

El drama, escribe a este respecto Manuel Castells, no ha hecho más que empezar. Una organización de comunicación libre basada en el trabajo voluntario de periodistas y tecnólogos, como depositaria y transmisora de quienes quieren revelar anónimamente los secretos de un mundo podrido, enfrentada a aquellos que no se avergüenzan de las atrocidades que cometen pero sí se alarman de que sus fechorías sean conocidas por quienes les elegimos y les pagamos.

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Nota: Este artículo debía publicarse antes que el titulado "Transparencia", que se incluyó en la sección de opinión del pasado domingo, para que el contenido de ambos tenga el sentido pretendido por su autor.