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En los patios de los colegios ahora se llevan las pulseras de colores con distintos motivos y formas, a dos euros la docena. Es una de aquellas cosas que caen en gracia sin que se sepa muy bien porqué. Hace ya algunos años se llevaban las canicas o "mèrvils", nombre que usábamos en las competiciones celebradas en los parterres exteriores del CP Sa Graduada cuando faltaban unos pocos minutos para entrar a clase. Evidentemente, aquellos niños no éramos conscientes de estar empleando una parte de la herencia inglesa de la Isla, que ahora se promociona con el objetivo de atraer "guiris". La idea parece buena y asequible, aún en tiempos de crisis, como reclamo para aquel sector de la población británica que no se conforma con asarse al sol y jugar a los dardos en el hotel apurando una cerveza. Ahora el reto es no defraudar las expectativas creadas, es decir, ofrecer rutas bien organizadas, accesibles para todos los públicos, con elementos arquitectónicos en perfecto estado de conservación, sin espacios cerrados por descanso del personal y una información tan rigurosa como atractiva. De momento, en la presentación realizada en la World Travel Market los dos figurantes vestidos como personajes de la época de la dominación británica de la Isla llevaban unas modernas gafas. ¿Un anacronismo para empezar? Canvi si vas.