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Domingo por la mañana, niños en pijama desparramados por el sofá y en la tele un capítulo más del magnífico Bob Esponja. Junto a su amigo Patricio Estrella, dan con un gusano al que se proponen cuidar. Al día siguiente se encuentran con que no hay gusano, sino una mariposa. Bob y Patricio deducen que la mariposa se ha zampado al gusano, y huyen despavoridos pensando que es un monstruo. En su carrera, advierten a todos sus vecinos de la presencia de un monstruo que devora todo lo que encuentra a su paso. Los habitantes de Fondo de Biquini empiezan a saltar por las ventanas, a quemar sus casas, a provocar estampidas que generan accidentes, la ciudad queda asolada, mientras la mariposa revolotea sin más. Como todos los capítulos de esta serie de dibujos animados, el mensaje no es menor. La sociedad está llena de falsos peligros, de líderes empeñados en convencernos de riesgos que no existen, de amenazas prefabricadas con fines maquiavélicos, ya que saben que su acceso al poder (no sólo el político) pasa en gran parte por ofrecer soluciones mágicas, inmediatas, simples, a situaciones complejas que convierten en problemas calculadamente magnificados, cultivados en la tierra fértil de los momentos difíciles con el abono del miedo. Esto es, querido Bob, el populismo.