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Según sugiere el vídeo publicitario que ha confeccionado y lanzado a los aires electores catalanes el PSC (partido filial y sucursal del PSOE en Cataluña), el actual presidente andaluz de los catalanes, el cordobés Montilla, debería de ser re-votado por las vibraciones eróticas que se supone produciría depositar el voto a su favor. Unos comentarios dicen textualmente: "Montilla debe de ser votado en función de la estimulación erótica que produce en sus seguidores depositar un sobre con una papeleta que lleva su nombre". Dita missa est . Amén.

Más allá del gusto por el atractivo físico que una persona tenga, es de dudosa originalidad y estética querer alzar a ese cordobés filo-catalanizado a los altares de la atracción física. Ni es San Richard Gere ni de lejos puede competir con los dioses de la estética actual. Por tanto enaltecer un atractivo que no tiene ese cordobés bajito, calvo e inculto es falsificar la realidad, que es exactamente lo que se pretende.

Cataluña está arruinada, Montilla ha ayudado a arruinarla. Ahora incluso tiene en venta bonos caritativos. Lo que era una tierra rica y abierta la ha convertido en un coto cerrado para fanáticos y tocando la pobreza. Ha impulsado y respaldado a los depredadores de su reconocido internacionalismo en su afán por convertir a la Cataluña cuna cosmopolita de estudiantes sudamericanos y europeos, en una tierra aldeana y pobre que ya no es la proa económica (ni cultural) de España.

Montilla ha servido para lo que ha servido: para liarla, mentir y confundir al personal en favor del fanatismo nacionalista. Y sobre todo para medrar. Nunca ha tenido la Generalidad de Cataluña un Presidente tan desprestigiado (el prestigio no lo da el cargo, lo da la personalidad, "le savoir faire" de uno) como el actual "okupa".

Bajo su mandato se han impulsado políticas lingüísticas que son responsables de la ruina de Cataluña. Estos días se ha conocido un demoledor informe (convenientemente ocultado) que demuestra que se han despilfarrado más de 2.437 millones de euros en el fomento exclusivo del catalán aunque algunos de ellos han servido para financiar a los partidos políticos afines. Según el Financial Times esa versión nacionalista de la tierra catalana ha perdido atractivo para el capital extranjero "tanto por la excesiva burocracia (¿por qué el nacionalismo significa siempre burocracia, es decir control?) como por las exigencias de verse obligados a usar preferentemente el catalán lo que es visto como un gasto extra irracional que no les reporta ningún beneficio ni tiene nada que ver con la realidad social y cultural que observan en Cataluña". Montilla ha ayudado a cuartear el mercado. Por eso la Comunidad de Madrid absorbe ya el 65% de la inversión extranjera y Cataluña ha bajado hasta del 21,8 % al 18,2% entre 2001 y 2007.

Montilla es un mentiroso compulsivo. Después de haber impulsado y aprobado las políticas más regresivas e injustas para la gran mayoría de habitantes de su autonomía (más de la mitad son de habla castellana) ahora, se enfrenta a las encuestas que le desahucian y, sin vergüenza alguna, declara que no va a reeditar el pacto con los nacionalistas que le han aupado, hasta ahora, al poder. Montilla ha sido el culpable de organizar la que se organizó contra la Sentencia del Constitucional. Apoyó e indujo a la rebelión contra el Estado de Derecho, ha multado a quienes osaban usar la libertad para utilizar la lengua constitucional que quisieran, ha despilfarrado hasta el infinito en cotarros identitarios, ha presionado a la industria de cine, etc.

Vemos pues que mientras unos, los que temen perder la succión mensual, auspician el voto en función erótico-nacionalista otros piensan que Montilla ha sido una auténtica plaga bíblica para la maravillosa Cataluña. Nunca nadie había hecho tanto daño en tan poco tiempo a esta tierra como ese cordobés. Sin sombrero. Nunca. Hay que reconocer que su antecesor en el empleo, Maragall, había ya puesto los cimientos forzando un nuevo estatuto que se dijo era de imperiosa necesidad y que luego fue respaldado por una ridícula cantidad de catalanes, pero nadie como ese cordobés, repetimos sin sombrero, había llegado tan lejos. Fiel seguidor de su amo, el vallisoletano-leonés de hombros encogidos, ha alcanzado el cenit del descrédito. Muchos se preguntan ¿qué sería de Barcelona (Cataluña) sin Messi?