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Según el Diccionario más extenso del mundo "Internet", solidaridad significa: "Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros".

Por desgracia pierde todo su sentido cuando quienes la "dictan o escriben" no la profesan ni la ejemplarizan con sus actos y además la utilizan para su interés propio y personal.

Estamos cansados de escuchar a políticos y personajillos aficionados al politiqueo que en sus escritos o bocas gratuitamente utilizan este término, tan moderno, pero al mismo tiempo tan antiguo.

Ya se solidarizaron los 12 Apóstoles con Jesús, aunque algunos de ellos tampoco profesaron luego aquello a que se habían adherido y otros incluso lo traicionaron (algo muy común hoy día). Lo cual nos recalca la realidad de los mortales, débiles de espíritu, palabra y acto.

Otra palabra moderna y tramposa es la participación. Hablamos de participación ciudadana cuando queremos en realidad decir: Tantos asistieron al acto. La participación normalmente tendría sentido cuando además de concretarse se uniese a la solidaridad y así conseguir un "bien tangible", positivo para el entorno, para el grupo.

A todo ello hago referencia debido a las últimas noticias que por desgracia están constantemente en los medios. Asuntos tan horribles como: el conflicto armado en el Sáhara Occidental; los desastres naturales en Haití o el hambre en el mundo. Y otros más cercanos como: el desastre del paro en España; la falta de credibilidad política; la falta de respeto entre los humanos, etc. Pero también hay otros aspectos mucho menos importantes pero no por ello irrelevantes, como son los que nos afectan a diario y que cada uno soportará por sí mismo.

Asistimos pues, a charlas de café, a Foros de Progreso o a comidas con amigos, y la mayor parte de las conversaciones, de preguntas y cuestiones, acaban siempre con comentarios sobre el Consell Insular, el Ayuntamiento (de cada población), o de este u otro político que ha cometido tal o cual error grave. Además de expresar lógicamente la libre opinión sobre las urbanizaciones, el turismo, la carretera, la economía, o lo caro que está todo. También a todo ello se le suma: se debería hacer esto o lo otro.

Todo muy bien, muy interesante, muy correcto, pero totalmente estéril.

La realidad, mucho más dura y contundente es la evidencia de la falta de respeto con las palabras: solidaridad y participación. Ni somos solidarios simplemente por decirlo o escribirlo, ni participamos sólo por contarlo con un café. A la sociedad civil en general no le tocará otro remedio que aprender y rápido el significado real de esas palabras, salvo que quiera perder todo tipo de opción de futuro y progreso en su vida cotidiana y en tiempo próximo.

Todos somos conscientes y conocedores de cuáles son los problemas básicos y fundamentales que la Menorca actual sufre. Algunos de esos problemas tienen nombre y apellidos causantes del mal, por uno u otro motivo, pero seguramente para no perder el poder. Entonces si lo sabemos ¿Por qué no actuamos?... los más "agachan la cabeza" y confiesan que tienen miedo. Los más inconscientes se unen, se reúnen, incluso participan en algún partido (siempre que sean merecedores de ello) y al menos declaran tener la conciencia tranquila por haberlo intentado altruistamente.

"La mayoría que no le interesa la política, será gobernada, por la minoría que si le interesa" y luego esta mayoría no tendrá derecho a quejarse. ¿Es esto lo que queremos?.

Sólo la mínima oportunidad de participar en unas elecciones, aunque reguladas por una nefasta Ley Electoral, nos ofrecerá la oportunidad de luego exigir a esos políticos, por ejemplo el cambio de esta misma ley.

Dejémonos de "egocentrismos", unamos las pocas fuerzas que nos quedan y actuemos, o seremos cómplices de convertir Menorca en un solar desierto y ruinoso, "solidario y sostenible", pero desierto.