Eulalia Estrada Bosch (foto gentileza de sus hijas Toñi y Guillermina)

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Con gran pesar, me enteré del fallecimiento de Eulalia Estrada Bosch, a través de la prensa. Desde que Pedro Jaime s'oculista me encargara el trabajo, sobre la fábrica harinera, La Minerva, de la cual tanto tuvo que ver su abuelo paterno el se­nyor Quicus Bosch, acto seguido pensé con ella, con mi querida Layeta. Ella podría ser una de las piezas fundamentales para hablarme de su tío abuelo por línea materna.
Lamentablemente, no ha podido ser. Enterada por una de sus hijas que la fatal enfermedad tan temida por todos, el alzheimer, la tenia aparcada del devenir diario, hallándose su memoria sumergida en otro mundo.

Hoy confieso públicamente, con gran pesar mi cobardía al no atreverme a dirigirme a ella, en una de mis visitas al geriátrico del Cos de Gracia. Casualmente la vi de refilón, al observar su mirar distraído, no supe, ni pude, ni tampoco fui lo suficientemente valiente para acercarme como siempre lo había hecho des que era una fieta darle un beso, un abrazo de estos que los humanos sabemos transmitir sin palabras y a la vez diuen tanta cosa, rallen per si sols.

Aquellos preciosos ojos azules como el mar, se hallaban perdidos entre tinieblas. Me dije no hi ha dret. Convencida de que su paso por el camino i carreranys ha dejado una gran huella, no hay más que mirar su alrededor, dos hijas como dos soles, sus esposos merecen ser nombrados como hijos propios, y sus nietas, que tanto tienen que ver con su abuela, simpáticas, siempre sonrientes, amables, recordándome aquella Eulalia, que en otro tiempo conocí.

Layeta nació y vivió toda su vida en la calle de la Plana. Descendiente de Antonio Bosch Mercadal y Isabel Lluch Comellas, llegados de Ciutadella, vecinos en la calle de la Plana 8 donde trabajaba de zapatero. Fueron padres de dos hijos, María, 1821, y Diego, 1834.

Diego Bosch Lluch y Magdalena Ponsetí Taltavull, bisabuelos de Eulalia, a la que todos cariñosamente llamábamos Layeta. La madre de ésta fue hija de Antonio Bosch Ponsetí, de profesión barbero. Residente en la calle de la Plana 32, republicano convencido, dedicado a la política desem­peño su puesto al igual que su hermano Francisco, síndico 2º durante la alcaldía de don Juan Victory Taltavull, 1 de enero de 1902. Ocho años después, haría lo propio su hermano Antonio, cumpliendo su mandato.

Hasta 1920 siendo nombrado teniente de alcalde hasta 1931. Al repasar la prensa, observo su dedicación, su paso por diferentes puestos, entre ellos las dependencias del Hospital Civil mahonés y la casa de misericordia. Tuvo mucho que ver en difíciles momentos, tomando decisiones siempre pensando en sus compatriotas, sobreponiéndolo a sus ideales, demostrando tener un cor com unes cases.

Hay que recordar, que si su hermano menor Francisco, tuvo dotes de político, Antonio fue mucho mas valorado, por su carácter dócil, simpático, cercano a cuantos le rodeaban, i molt agradable, al contrario des senyor de sa farinera, que sin intentar ofender su memoria antes bien todo lo contrario, si la historia se escribe con verdades, decir se trataba de un personaje excesivamente serio, callado, amb una mirada posava tothom 'firmes', interponiendo una especie de barrera al intentar comunicar con el. Cada un té es seu caràcter.

Si bien mi deseo es glosar a mi querida amiga, he creído oportuno describir en breves líneas, sus vínculos familiares. Añadir que verdaderamente conocí a Layeta, fue aquel día que nos encontramos en la calle del Castillo esquina San Manuel, frente el antiguo bar de can Piu, haciéndole saber, mi decepción por la nefasta actitud del viudo de Margarita des Victoria, a la hora de testar, a lo que me respondió: "Gracias Margarita por tus palabras, si bien en un principio fue una decepción, debo decirte, que no importa, gracias a Dios soy muy rica, tengo una familia que es mi gran tesoro, tanto que no lo cambiaría per una caseta vora de la mar". Con estas sencillas palabras demostró lo que verdaderamente era una dona de dalt de tot.

Y para finalizar, tan solo añadir que su recuerdo permanecerá con Layeta, la vecina más antigua de la estrecha callejuela, la de la Plana. Hoy, a la puesta del sol, le ofreceré mis oraciones en recuerdo por cuanto me explicaba, haciéndome saber que de petita l'havia servada.