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La implicación entre Quesería Menorquina y sus trabajadores ha sufrido un deterioro importante en los últimos meses. La propiedad de la empresa, como otras muchas compañías, padece problemas de liquidez, que afectan al grupo de Nueva Rumasa. Esta situación tiene consecuencias con los proveedores, lo que a su vez afecta a los ritmos de producción. El personal de la empresa ha colaborado desde el principio con la propiedad, que hace poco más de un año evitó el cierre de la planta por parte de Kraft. Sin embargo, la petición atendida de que se trabajara durante la semana de vacaciones de Navidad y la interrupción de la producción estos días por la carencia de algunas materias primas han sido la gota que ha colmado el vaso de su paciencia. Es lógico su temor por el futuro de una fábrica emblemática, cuya difícil situación ha sido denunciada por los trabajadores el mismo día que el Govern presenta su plan estratégico para la industria. De entrada, hay que esperar que Nueva Rumasa asuma su responsabilidad empresarial, como lo ha hecho durante este año ampliando la plantilla y potenciando la gama de productos. Ello ha de haber ayudado a su rentabilidad. Ahora ha de responder ante los trabajadores para volver a compartir el objetivo de la supervivencia.