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"En tiempos de crisis, en todos los pesebres se buscan mesías". Aun a riesgo de que alguna mente calenturienta atisbe ecos de mesianismo en la frase, he querido comenzar con ella esta segunda parte sobre las irresponsabilidades de los "arresponsables". Cuando los problemas se suceden a un ritmo superior a la capacidad de resolverlos, la situación empieza a ser preocupante. En las empresas renqueantes se buscan expertos capaces de reflotarlas o de impedir su hundimiento. Y es fácil que en medio de la necesidad urgente salgan visionarios que proponen soluciones mágicas, carentes de lógica, sin demasiado fundamento para pensar que puedan ser eficaces.

Resulta tan cómodo echar la culpa de los problemas a los demás, como asumir la parte de culpa que nos corresponde. Cuando una empresa quiebra, pensamos en lo mal que lo ha hecho el empresario y no en el absentismo laboral de sus empleados. Cuando nos ponen una multa por exceso de velocidad, pensamos en lo mal que están puestos los radares más que en la velocidad que llevábamos. Y cuando nos quejamos de los políticos que nos gobiernan, no vemos que están ahí por el voto que cada uno echa en la urna. O cuando nos quejamos del mal servicio recibido en un establecimiento olvidamos que parte de la culpa fue nuestra por haber entrado allí libremente.

Cosa diferente es dar con la solución a tales desencuentros. A veces es posible y sencillo (basta con pisar menos el acelerador o con no volver donde encontramos mal servicio), pero a veces es más complejo. Lo que sí hacemos ante las desgracias es buscar culpables, alguien a quien responsabilizar de la situación. Estamos cansados de hacer críticas a los gobernantes cada vez que nos quejamos de "lo mal que están las cosas". E incluso hasta pedimos su dimisión. Pero ¿cómo creen ustedes que va a dimitir un irresponsable que se sabe "arresponsable"? Ningún político, por mal que lo haga, renuncia a su nefasta gestión simplemente porque está convencido de que nadie le va a pedir cuentas de ello. ¿Saben de algún partido político que en su programa incluya auditoría y exigencia de responsabilidades (civiles o penales) a los gobernantes salientes? En este país el único que anda en estas cuitas creo que es el juez Garzón a la caza de un tal Francisco Franco. Si el tal Franco ha tenido que rendir cuentas de su gestión, espero que haya sido ante Dios (esto tampoco es mesianismo) porque me parece que de otro modo poco le afectará al encausado.

Ya lo notamos: la crisis está reduciendo prestaciones, servicios, calidades. Hoy más que nunca son necesarios los gestores más hábiles y capaces. Aquellos que conozcan de verdad los recursos disponibles y las necesidades más acuciantes. Quienes sepan encontrar las herramientas más idóneas para solucionar los problemas sin maquillarlos. Quienes eviten discursos para halagar los oídos de los votantes (eso es lo que se llama demagogia) y se atrevan a hablar de medidas de ajuste por impopulares que sean. La solución a la crisis –a la frase inicial me remito- se puede enunciar de muchas maneras.

De todas las que he oído, la más sintética y que me parece más acertada es tan simple de enunciar como difícil de digerir: trabajar más y cobrar menos. Polémica ¿verdad? Pues así es como mil millones de chinos han dado la vuelta a la economía mundial. Hasta los bancos empiezan a darse cuenta de que no podrán ser competitivos con una banca china que abre todos los días de la semana, mañana y tarde, y sólo cierra los domingos por la tarde. Porque, no se engañen, del agujero financiero en el que políticos y banqueros al alimón nos han metido no vamos a salir sino cambiando el esquema de la cultura del pelotazo. O trabajamos más y mejor o la riqueza no brota de los árboles. Que las salidas de Madrid siguen estando colapsadas los viernes a las 3 de la tarde. Aquí nadie renuncia al "finde" generoso para arrimar el hombro.

Los más optimistas creen que siempre puede venir la Unión Europea al rescate. El supuesto plan de rescate de la Unión Europea no puede ser peor medida. Porque eso de "rescate" que suena bien no tiene nada de altruismo: el país rescatado será deudor de los rescatadores in saecula saeculorum hasta el punto de que perderá su capacidad para gestionar los recursos del país que pasarán a manos de los países prestamistas. España se ha empobrecido por la especulación a costa de adelgazar el colchón de la clase media lo cual explica el malestar y la inestabilidad social que se masca en las calles. Quizás si empezamos a pedir responsabilidades reales (civiles o penales) a los que ocupan un cargo, los incompetentes se apresuren a dejarlo. Mientras tanto ¿por qué dimitir?

En lo referente a la gestión de la sanidad, el Dr. Kovacs en una reunión a la que asistí en el Consejo General de Colegios Médicos el pasado 25 de noviembre, decía que alrededor de un 30% del presupuesto destinado a sanidad se emplea en tecnologías ineficientes. Y por ello, con vehemencia, sostenía que los médicos no tenemos derecho a reclamar ni un euro más para sanidad mientras no seamos capaces de gestionar bien los dineros asignados.

Discrepo en parte porque, evidentemente, no somos los médicos quienes habitualmente hacemos ni la macro ni habitualmente la mesogestión pero sí la microgestión. Se habló de posibles medidas para afrontar la crisis y los recortes: del copago (atención, está al caer), de la devolución de ciertas competencias sanitarias al Ministerio de Sanidad, de potenciar la Atención Primaria para hacerla más eficiente, del proceso de adopción de nuevas tecnologías sanitarias, etc. En las áreas sanitarias de menos de 100.000 habitantes donde además pesa la insularidad (en Menorca), quizás la medida más eficiente para la atención especializada sea potenciar la Medicina Interna y la Cirugía General con competencias superiores a las que colegas homólogos tienen en zonas mejor comunicadas.

Podría ser controvertido hace unos años pero a la vista del cariz que están tomando las cosas, cada vez hay más gente convencida de que transferir ciertas competencias (Sanidad, Educación, etc.) a las Comunidades Autónomas ha sido un pésimo negocio: ha multiplicado el tejido burocrático aumentando el gasto y sin mejorar los resultados. De esto sabe mucho más el profesor López Casasnovas. Nos guste o no nos guste, a la hora de las vacaciones cuando no hay pasta donde menos se gasta es en casita. Y para mantener tantos cargos políticos en organismos centrales (léase Senado, Consejo de Estado, etc.) o regionales-autonómicos (Diputaciones, Consejerías, ¡hasta embajadas!, etc.) hay que ser muy rico y estar dispuesto a derrochar. Pida responsabilidades, pero a quien corresponde, sin mear fuera del tiesto. Y asuma las suyas: no culpe al mar de su segundo naufragio.

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Máster en Dirección Médica y Gestión Clínica.
Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses.