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Roig acaba de conocer el borrador de este artículo. Te mira con incredulidad. Y con sorna…

- ¿Ocurrió realmente…?

- Sí… Tú estabas, en ocasiones, cerca de los escenarios, en los lindes de las puertas, atado a un árbol o a una farola… Podría poner incluso nombres y apellidos, en algunos casos, a los protagonistas… Pero no lo haré por elemental prudencia. En otros casos eran simples desconocidos…

Y repasas el texto mientras, en el rostro del animal, la sorpresa da paso al estupor y el estupor a la pena, cuando no al asco…

A.- Una farmacia. Una madre, su hija de unos cuatro años y la abuela. La madre compra a la niña unos caramelos. La niña abre el envoltorio. La abuela le pide un caramelo. La niña se lo niega. La abuela, jugando, le coge uno. La niña comienza a gritar. Se tira al suelo. Da pataletas. Insulta a su abuela llamándola "vieja".

El grito cede su turno al llanto. La madre riñe con dureza a la abuela y compra un nuevo paquete de caramelos a su hija. La niña cesa su llanto y mira con "ingenuo" sadismo a la abuela. La abuela sale llorando a la calle. Ve a Roig y le acaricia. Roig mueve la cola en justa correspondencia afectiva. La niña, dentro de ocho años, cursara ESO y anidará en un aula. Más adelante será madre. Siguiendo con el curso natural de la vida llegará a ser abuela. Tal vez entonces recuerde el episodio. Tarde y, por tanto, mal… Alguien comenta que la madre de la niña es psicóloga…

B.- En un supermercado, Roig también aguarda en el quicio de la puerta, pese a la humanidad que habita en su corazón. Un niño tira un papel al suelo y, movido por el sentido común, intenta recogerlo. El padre se lo impide. Tiene prisa. Informa al niño de que no ha de preocuparse, que para eso el "hiper" tiene limpiadoras… A la salida el niño procura acariciar a Roig. Roig se alegra, redivivo… El padre se lo prohíbe. No lo olvidemos: tiene prisa para llegar, probablemente, a ninguna parte… Ese niño, al cabo de algunos años, ocupará un puesto escolar…

C.- Roig, en esta ocasión, se ha quedado en casa, probablemente pegado a esa vieja zapatilla tuya que es, sin duda, su "joya de la corona". Con ella te aguarda fiel, con una fidelidad inquebrantable e inquebrantada. Cuando regreses lo hallarás detrás de la puerta, exigiendo que repitas el juego eternamente repetido. Le robarás la zapatilla y se la tirarás lo más lejos posible… Con una rapidez impropia de su vejez irá a por ella y te la devolverá, rogándote que repitas incesantemente esa acción que huele como a ceremonia y sabe a tocinito de cielo…

Roig, en esta ocasión, se ha quedado en casa, sí…Visitas a unos conocidos políticamente correctos. Su hijo –seis años recién cumplidos- mira el televisor, cambiando de canal compulsivamente. El volumen, elevado, dificulta tu conversación con sus padres. El niño no te ha saludado al entrar. Tal vez nadie le indicó que era lo habitual. Te ningunea. Sus pies reposan plácidamente sobre la mesa en la que te han servido un café. El padre le pide que baje el volumen. El niño "pasa" de él, una y otra vez… La madre suelta un párrafo pseudo-científico sobre inhibiciones y la necesidad de no prohibir. Alguien no entendió muy bien lo del mayo francés –piensas-. Ante la tozudez del niño os trasladáis a otro salón, mientras los ecos del programa os persiguen sin misericordia… El padre zanja el asunto con un "¡Es un niño, al fin y al cabo!" A él esas palabras le suenan a disculpa. A ti a estupidez, a dejadez… Ese niño, al cabo de unos años, entrara en un aula del piso primero de algún instituto…

D.- En la consulta, una madre aparta a su hija de su lado y susurra algo que, sin embargo, es percibido por todos los presentes: "Si lo hubiera sabido, si hubiera sabido lo que es ser madre…" Lo que queda por verbalizar, la niña de siete años, que no hija ya, probable y afortunadamente, no lo habrá intuido… O tal vez sí…

Esa niña, dentro de poco, se enfrentará a Primero de E.S.O.

Mañana, los niños/las niñas (sé políticamente correcto) de A, B, C y D tal vez coincidan en un mismo grupo de clase. El profesor de turno deberá entonces dedicar un tiempo a llenar omisiones. Tal vez hable de generosidad. Y eso, a la niña de los caramelos, le importará un "kínder". Quizás le indique a alguien, inútilmente, que debe callar y que los papeles, pues eso, en las papeleras. Pero en dos de sus alumnos probablemente prevalecerán las imágenes de unos pies sobre una mesa, de unos padres y un invitado huyendo hacia otro salón o el recordatorio de que para limpiar, pues eso, que ya están las limpiadoras… Otra niña, seguramente, se mostrará díscola e incrédula, sobre todo cuando el profesor le hable de valores o afectos, porque, definitivamente, sí entendió lo que aquella "madre" no verbalizó en la sala de espera…

Especialistas en la materia (esos que, con frecuencia, hablan siempre, desde la teoría, sobre hechos no vividos y oficios no ejercidos) debaten en un canal digital sobre el fracaso escolar de nuestro país… Y nadie acierta con la herida…

El profesor sigue rellenando huecos, reparando imperdonables omisiones familiares… Y, de tarde en tarde, logra colar lo que es un complemento directo…