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Se ha armado una buena con eso de que, a partir del 1 de abril, la Unión Europea regulará la venta de productos preparados con plantas medicinales. Existe mucha confusión sobre este asunto ya que desde ciertos sectores se asegura que esto puede significar el primer paso para la ilegalización de dichas plantas en las herboristerías. ¿Quién no ha ido a comprar alguna vez infusiones sedantes o digestivas? Parece ser que, con la 'excusa' de que los componentes son naturales, alguna empresa ha comercializado productos sin testar que, finalmente, han resultado perjudiciales para el ser humano. Éste es el argumento en el que se apoya la nueva ley: quieren que las compañías demuestren la eficacia de los preparados antes de lanzarlos al mercado. De ahí podríamos sacar una conclusión: los políticos europeos se preocupan mucho por la salud de sus ciudadanos. Pero yo me pregunto: si es así, ¿por qué se permite entonces que la población consuma frutas y verduras con pesticidas, carne hormonada, productos lácteos en los que se detectan antibióticos, o pescado lleno de metales pesados? Parece ser que hay intereses que cobran gran peso para que, por ahora, no se regule este tipo de cuestiones. Por eso, no es de extrañar que haya sectores poniendo el grito en el cielo que aseguren que esta es una estrategia más de la industria farmacéutica para hacerse con el monopolio de aquello que más ansía: la naturaleza.