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El tiempo apremia ante la nueva crisis de la planta de Quesería Menorquina. O bien los propietarios consiguen financiación para recuperar la producción, lo que se intuye muy complicado, o la solución, aunque transitoria, debe encontrarse en las próximas semanas. La empresa no paga las cuotas de la Seguridad Social, ni a los proveedores, ni cumple con los pagos por la hipoteca de 15 millones y los clientes no reciben los pedidos y habrán de sustituir los productos menorquines de los lineales de los supermercados. Se ha creado ahora un paréntesis, seguramente breve, para poner en marcha una alternativa en la gestión. El Ministerio de Trabajo está a la expectativa ante el retraso de las cuotas; el Banco de Santander demora la ejecución de la hipoteca y, al parecer, proveedores de materia prima y clientes darían un voto de confianza si cambia el equipo de gestión de la planta elaboradora de queso fundido. Es el momento de las responsabilidades y de los compromisos. Las administraciones públicas están siguiendo el proceso, pero habrán de comprometerse de forma decidida con las alternativas de viabilidad que puedan presentarse. Menorca no puede perder uno de sus motores económicos.