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La Comunidad balear celebra el aniversario de la aprobación del Estatut, una fecha declarada festiva en los últimos años con la idea de dar relevancia a la jornada y estimular la sensibilidad ciudadana hacia la realidad política surgida del estado de las autonomías. Desde entonces, se organiza un gran acto institucional con entrega de distinciones y discurso del presidente y se llena un programa con actividades diversas que, sin embargo, apenas levantan participación ni inciden realmente en la toma de conciencia de la celebración. Tan encomiable viene siendo el esfuerzo como funestos los resultados, cada isla tiene su propia personalidad, sus referencias históricas, y si bien es mucho lo que el Archipiélago comparte, resalta más la singularidad de cada territorio. Esta reflexión ampliamente compartida no elude el acierto del Ejecutivo regional al aprovechar la efemérides para distinguir a personas y entidades de la sociedad, la cultura y el deporte de las Islas como un referente de común orgullo a través del cual estrechar lazos entre las Islas y sus gentes. Sigue pesando la sensación de que la Comunidad tiene déficits de construcción y de que el itinerario de la descentralización no se ha completado.