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La hija del fundador del "Front National" francés, Marine Le Pen se perfila como una seria candidata a la presidencia del Gobierno francés en las próximas elecciones de 2012.

Las encuestas de opinión predicen que si los franceses tuviesen elecciones presidenciales hoy, Marine Le Pen entraría en el primer turno de los comicios con un 23% de los votos emitidos. Estas predicciones están enviando ondas de choque a través de Francia y eclipsando a los posibles candidatos a las próximas convocatorias: El mismísimo presidente Sarkozy y el líder socialista Martine Aubry. Los franceses recuerdan que en 2002 el padre de Marine, Jean Marie Le Pen, el ultra derechista, se colocó en segundo lugar de las elecciones presidenciales, delante del socialista Lionel Jospin.

Se nota en este momento que la popularidad del presidente Sarkozy se ha resentido debido a una serie de recientes escándalos ministeriales y a su actual política inmigratoria acoplada a sus sentimientos antiislámicos, afectando seriamente su acceso a un segundo mandato presidencial agravado por la posible candidatura, de momento sin ser declarada, de Dominique Strauss-Kahn, un socialista y actual presidente del Fondo Monetario Internacional (IMF por sus siglas en inglés) quién se presenta como un mejor candidato que la actual líder de los socialistas franceses, Martine Aubry.

Marine Le Pen comparece con una figura muy fotogénica y carismática y, con su admirable retórica está convenciendo a los franceses de que los cambios fundamentales y radicales que preconiza son las medidas que Francia necesita. Su política inmigratoria es más clara que la que defiende, y que ha intentado copiar de ella, Sarkozy: No quiere más inmigrantes y está dispuesta a echar fuera de la Cuenca Mediterránea a todo inmigrante ilegal, organizando a tal efecto cooperaciones con las flotas de España e Italia, además de restablecer los pasos aduaneros en las fronteras con sus países vecinos para frenar la inmigración ilegal a Francia y estados europeos. Dice que la inmigración cuesta a Francia más de 10.000 millones de euros al año y este gasto, según ella, no puede ser sostenido. Su política europea es contundente: Sacará a Francia de la zona euro y eventualmente de la Comunidad Europea que no solamente está arruinando el país galo sino que dicta a los franceses medidas nefastas, tanto a nivel político como económico.

Refiriéndose al Mahgreb y Libia, Marine Le Pen advierte a los franceses del peligro que representa la sustitución de los gobiernos dictatoriales actuales por extremistas islamistas y deplora el apoyo institucional de Sarkozy a dichos regímenes, acusándole además de haber dañado la imagen internacional de Francia y permitido la extinción de la voz francesa en los asuntos de política exterior.

Su política no será la misma que protagonizó su padre, simplemente por la diferencia generacional y no porque condena las actuaciones provocativas del fundador, considerando que la extrema derecha será siempre la extrema derecha. Lo que intentará es privar a los conservadores y socialistas de los votos útiles para ser elegida, apelando al electorado frustrado por las políticas actuales del presidente Sarkozy que puede encontrar en las diatribas de la señorita Le Pen una forma de protestar contra dichas políticas. A favor de Marine Le Pen impera el análisis de un importante sector del pueblo francés que ve el Frente Nacional (FN) no como un partido de extrema derecha sino como un partido populista y popular que trasciende los partidos de derechas y de izquierdas. Aun así, creo que los encuestados actuales reaccionan no con la convicción que el FN es el partido que debe liderar la Francia moderna sino que es un partido que se tiene que tomar en consideración para presentar una oposición coherente con una tendencia nacional dispuesta a hacer reflexionar a los gobernantes de la necesidad de recepcionar los anhelos del pueblo en beneficio del bienestar del mismo. Es mi convicción que a la hora de la verdad, el pueblo francés, aunque predispuesto al apoyo de políticas de cambio, evitará en su mayoría decantarse por senderos radicales y extremistas tal cual ha hecho en los comicios presidenciales de 2002.