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En las últimas semanas han empezado a merodear por estas tierras ministros y altos cargos del Gobierno como nunca en los tres años anteriores. No es verano, ende es tiempo de elecciones. No se conocen más causas para tan especiales visitas. Lo explica el calendario, tienen hasta el 29 de marzo para inauguraciones y coñas electoralistas, de modo que todavía nos esperan dos semanas agitadas de cintas y primeras piedras. El célebre y ocurrente José Blanco puede que venga a inaugurar el dique de Ciutadella, según se decía el otro día, si no está acabado –llevan en ello cuatro años y el presupuesto duplicado– al menos se organizará un festejo en torno a los norays, símbolo de obra nueva y excusa para ganar un buen titular en prensa y unas imágenes soleadas en televisión. En algunas obras de pueblo trabajan hasta los días festivos para acabar antes del 29 y dar así munición a los alcaldes-candidatos y a los ministros o consellers que se apuntan a la fiesta. Ya no extraña que nos pongan una primera piedra –vaya guasa con lo de poner piedras– en S'Enclusa para sacar algo de rédito al anuncio de la más absurda, millonaria e invisible inversión de la legislatura.

La cárcel se queda al margen de ese frenesí, ya tendría que estar abierta, pero curiosamente el trabajo se ha ralentizado, que corten la cinta después de las elecciones, por si resta en vez de sumar.