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O por lo menos eso parece, no los hay ni siquiera estelas en la mar y Dios nos libre de echar la vista atrás que, para ver lo que hay, más vale tirar para adelante y que nos cojan confesados. Se acabaron los actos por parte de los políticos, sus fotos, sus obras y sus pompas colocando primeras piedras, segundas y terceras, inaugurando calles, plazas y locales muchos de ellos inacabados. Ahora tendremos que oírlos o escucharlos, que no es lo mismo aunque lo parezca y a la natural apatía del votante, víctima de tanta crisis, habrá que explicarle y muy bien explicado cómo se va a salir de ella y cuándo, si las promesas van a llevar auténticos trazos de credibilidad o si vamos a tener que seguir andando en la cuerda floja de la adornada palabrería sin perspectiva más allá del escenario y del lucimiento personal. Después de lo vivido estos días pasados en Ciutadella, que no es más que un punto y seguido a lo que por desgracia estamos acostumbrados a ver casi a diario en el campo informativo y a lo que no se escapa formación politica alguna sea del color que sea, es hora y sin pérdida de tiempo que la savia se renueve y que se pase por el filtro más ajustado a todo candidato que pretenda representarnos, análisis que debería hacerse antes de que las riendas del poder estén en sus manos. Tal vez de este modo nos evitaríamos mayores e irreparables sorpresas futuras. Si rectificar es de sabios, más de sabios debería ser que no se nos tome por tontos.