TW
0

Me permitiré, con esto de Sant Jordi, tomarle prestado a Eduardo Mendoza el título de una de sus novelas para denunciar una verdad incómoda: ¿Dónde está Wally? Primero debería pedir disculpas a los que frecuentan este rinconcito por dejarles plantados ayer, sábado, que no sé si era santo o no, pero las obligaciones sociales me dejaron sin tiempo, ideas y lo que sea que me empuja a despilfarrar palabros y palabras en este coto privado de ideas una vez por semana. Pero a lo que iba. Paseando ayer por es Carrer Nou de Maó y perdiéndome entre los stands de libros me di cuenta de que los gustos juveniles han cambiado y que Wally, el simpático excursionista que lucía jersey de rayas rojiblancas, con su gorra a juego, está más perdido que nunca, ya que no había ni rastro de sus tomos, aquellos en los que invertía horas infinitas hace unos años.

Visto lo visto, estoy seguro de que Wally tiró la toalla. Cansado de perderse, de que no lo encontraran y de que nadie le hiciera caso, malgastó los ahorros que tenía renovando su fondo de armario, se cambió de sexo y se arregló la nariz. Ahora se llama Belén Esteban, triunfa en la televisión y le llaman 'la princesa del pueblo'.

A otro que también eché de menos fue a Teo. Me cuentan que se hizo mayor, que dejó de ir al zoo y de flipar con los flamencos, y que como no le iba demasiado bien en la escuela –siempre pensé que tenía serios problemas de atención– se convirtió en traficante de drogas hasta que lo trincaron volviendo de Marruecos con 'exceso de equipaje'. Otro claro ejemplo del fracaso del sistema escolar.

Los tres sobrinos del magnate Tío Gilito, que también protagonizaban alguna que otra historieta de mi infancia, perdieron la fortuna familiar estafados por un tal Bernard Madoff. Desesperados, se unieron a una comuna hippy y ahora son devotos del Hare Krish­na, paseando su túnica naranja.

Tonterías aparte, me alegró ver que Mortadelo y Filemón siguen al pie del cañón, renovándose a cada número y actualizando sus historias para despistar el paso del tiempo. Por eso no me extrañó que pequeños y no tan pequeños se lanzaran como hienas a por los últimos números que han salido al mercado. Porque me resigno a ver cómo los niños y niñas de hoy en día o quieren ser magos o quieren ser vampiros metrosexuales, guaperas y que en lugar de chupar sangre se lían a tortazos con hombres lobo.

------------
dgelabertpetrus@gmail.com