Eduardo Marquina "padre" - Archivo M. Caules

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Era la época de la televisión en blanco y negro. Todo, lo que se dice todo, parecía tan novedoso, que la familia seguía con atención los programas, dando la sensación que descubríamos América. No fue el continente que descubrimos, pero sí un presentador casualmente nacido en Mahón, que se asomaba semanalmente en el pequeño ventanuco comprado en casa de Domingo Estrada.

Varón de unos sesenta o setenta años pelo blanco, semblante agradable, sonrisa fácil, que las tardes de los sábados, tras escuchar la elocuente y guapa presentadora Marisa Medina, dando cuenta de las noticias, daba paso al crítico teatral a cargo del señor mas arriba citado, Luis Marquina. Hasta aquí nada de novedoso, pero sí lo fue a partir de cierta entrevista que se le hizo, con motivo del estreno de una de sus películas como director. Mis padres y esta servidora, nos miramos con cara de asombro al escuchar que había nacido en Mahón. Resaltando que su venida al mundo fue en el penal de La Mola, tal qual, ni una lletra més ni menos. Como es lógico, concluimos debió ser hijo de militar.

Ha pasado el tiempo, y aún hoy se puede comprobar en cualquiera de sus biografías se le da por nacido en Barcelona el 25 de mayo de 1904, fallecido el 26 de junio de 1980. Siendo su segundo apellido Pichot, su madre, sí era catalana y de padre aragonés.

Doy por bien seguro que su progenitor no fue militar, pero sí un republicano de rompe y rasga. Suya es la letra de la Marcha Real, conocida por "Granadera", música del maestro Pérez Casas.

Marquina padre, ha pasado a la historia literaria según sus cronistas como la gran figura del drama histórico en los años cercanos a la Primera Guerra Mundial. En su desarrollo ideológico partió de postulados izquierdistas. Tertuliano con los hombres más importantes de las letras, Miguel Unamuno, Benito Pérez Galdós, Clarín, Federico García Lorca, etc, el listado de sus obras es interminable, pero ahí es donde yo iba a parar:

El verano de 2010, repasaba el estante de los nuevos títulos recibidos, de la librería que tengo por costumbre abastecerme, tuve la sorpresa de encontrarme frente un titulo que me llamó la atención, María la Brava de Pilar Eyre. El nombre me sonaba, tratándose de un tema que a mí me agrada, lo compré, al finalizar su lectura, lo de María la Brava, me continuaba sonant. Mi cabeza me daba vueltas en torno a la brava mujer, pero continuaba sin caer en que iba la cosa.

Al entrar en la nueva estación, ya se sabe, vaciar estantes, limpiar a fondo armarios con sus cajones, haciendo esta faena, limpiando el estante donde guardo las carpetas del mecánico de la motora, di con la clave de María la Brava, i clar que sí.

Desplegué cautelosamente la hoja del "Bien Público" del 17 de febrero de 1936. La Empresa Coliseum, responsable del Teatro Principal, a las 6 de la tarde, presentaba al público la compañía dramática española María Guerrero-Fernando Díaz de Mendoza (fundada en 1895) con la obra "María la Brava". I tot aclarit. Asunto resuelto, a partir de ahí recordé que mi padre me comentó infinidad de veces que aplaudió todas las obras de la compañía. Desde "Locura de Amor", "Genio Alegre", "La Enemiga", "La Condesa madre"...

Se presentó como función benéfica a favor de los pobres acogidos en el Hospital Civil y Casa de Misericordia. Siendo un gran éxito aquel drama en 4 actos, en verso de don Eduardo Marquina. "La Voz de Menorca" escribió se trataba de una obra de época, de matiz dramático. Interpretada a maravilla por María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza y el resto de la compañía. El público se solazó con los bellos versos de Marquina que fueron dichos de manera irreprochable.

La brillante banda del Regimiento de Infantería número 39, que con tanto acierto dirigía don José María Pareja contribuyendo al esplendor de la función, interpretando con exquisito gusto e inusitada afiliación las bellas composiciones musicales selección de "La Chulapona" y una inspirada "Fantasía Española" de Bretón.

Con la reposición de "Siete Mujeres" y otra obra se despidió la compañía del público mahonés, después de una breve actuación por Cataluña, embarcando rumbo América, donde permaneció una larga temporada. Dejando un grato recuerdo, algo difícil de repetirse.

Al repasar la prensa antigua, una se da cuenta cómo vivían los moradores de esta ciudad. Nuestro Mahón siempre demostró una gran afición por el teatro, de ahí que cuantas compañías nos visitaban abandonaban la ciudad complacidos de sus actuaciones. Todas las semanas se reponían obras en el Consey, Victoria, Trianón, Teatro… ello nos demuestra que los precios estaban en concordancia con los más humildes, podían estar abonados como se acostumbraba, al contrario de la actualidad que muchas familias que de siempre habían acudido al teatro para aplaudir, zarzuelas, operas, lo que fos. El siglo XXI pasará a la historia por el "Inalcanzable". No se alcanza llegar a fin de mes, no se alcanza un buen trabajo, mucho menos un préstamo o hipoteca, y luego una debe leer en la prensa local, los tiempos des Llenegall, culpando a Paquito es mesquinet.

El pueblo debería leer los diarios antiguos y se darían cuenta que la cosa venía de mucho antes, desde la guerra mundial. Si a ello se le añade una posguerra, me refiero a la del 36-39, ni te digo… Aquí es donde quiero ir a parar, el mérito que tuvimos tras un descalabro como siempre son las contiendas, en Menorca, los obreros a base de horas extras, sacrificios y lo que fos, compraron el seiscientos, compraron la moto Guzzi, compraron la tele, compraron el terrenito en Sa Mesquida, s'altra banda, es Murtar, Addaia, Alcaufar, Punta Prima y subieron sa caseta, adquirieron la barquita y también redes, porque antes se podía ir a pescar, cosa que los futuros menorquines no sabrán de que hablan sus abuelos. Que me digan quién es el guapo que hoy puede hacerlo, en primer lugar nos topamos con el no, no , a todo no, turismo no, campos de golf no, cazar no, pescar no.

Me niego a continuar con la actualidad tan negativa ya que no le veo una salida que me agrade, a no ser que llegue un catacrac fulminante, por ello regreso a la lectura de mis periódicos del ayer donde se comentaba que a la salida de los espectáculos los mahoneses se daban cita en lugares tan variopintos donde se podían hacer los consabidos ressopons, para todos los bolsillos. Mientras unos acudían al Casino la Unión, El Consey, a can Barceló del Sevilla, otros iban a casa Roca. Sin olvidar La Sirena, que se comía en compañía de espléndidas voces que llegaban cada quince días de Barcelona. Se iban turnando, haciendo que los llenos y el buen nombre del establecimiento cruzarán nuestras fronteras.

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Son muchos que ignoran que la mayoría de embarcaciones, principalmente las dedicadas a la pesca y al marisqueo, iban pintadas en color verde. Aquel verdoso llamado verd aram que en castellano se conocía como verde cardenillo, lo ofrecía la casa Murillo, fundada en 1869, una de las más reconocidas en el tema.
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