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Durante los últimos diez años Menorca ha venido siendo gobernada por políticos profesionales que nunca ganaron unas elecciones democráticas. Efectivamente, quienes han gobernado a los menorquines en los últimos tiempos lo han hecho no como resultado de haber salido vencedores de unos comicios, no por haber sido quienes han cosechado mayor número de votos de entre los menorquines, sino por ser quienes, jugando a canicas políticas, se han repartido el poder mediante pactos entre todos los partidos perdedores. Los ganadores han estado siempre, curiosamente, en la oposición. Este comentario no trata de cuestionar la legalidad del poder conseguido por esos perdedores sino de constatar la forma como lo han alcanzado.

Así, hemos visto como una perdedora nata, Joana Barceló (que, efectivamente, nunca ha ganado unas elecciones en toda su vida política) se encaramó en lo más alto del Consell Insular por un pacto tipo "ensalada" formado con los conservadores radicales del PSM y sus primos los roji-verdes. El paso de los años ha demostrado que esta ensalada política ha devengado beneficios exclusivos a los ingredientes que la formaban porque parece ser que ha resultado indigesta para el pueblo menorquín (según se desprende de los resultados de estas pasadas elecciones) que ya ha rechazado seguir comiendo este humilde plato.

Esta forma de alcanzar el poder sumado a la gran abstención que sufre la vida democrática de la isla (donde casi la mitad de los posibles votantes se abstienen), hace que el "mesclorum" formado por quienes han venido controlando el CIM no represente una opción singular mayoritaria sino que sólo sea la suma de muchas patentes de corso que únicamente se ocupan y se preocupan de la administración de sus particulares corralitos políticos que conquistaron no en las urnas sino en los despachos.

El ejemplo de esta "amanida" de intereses personales, lo hemos visto también con claridad en Baleares donde un conglomerado de hasta siete partidillos se unieron en 2007 para repartirse y usufructuar un poder que las urnas, individualmente, no les habían concedido.

Repetimos ¿estamos poniendo en duda la legalidad de comer ensalada política? No, este plato se ofrece también en el menú del día, pero no es sin duda el plato más suculento ni el que mejor sienta al comensal. Sólo es una "joint-venture" política que beneficia exclusivamente a los socios que, ocasional y periódicamente, conforman esta figura asociativa provisional.

Todo ello crea una pantalla ilusoria, por supuesto que falsa, sobre cuál es en realidad el pensamiento mayoritario de gran parte de la isla. Crea una política isleña virtual. Es la ensalada virtual menorquina.

Esta sensación aumenta (y se agrava) cuando aquellos políticos que no han ganado unas elecciones en su vida pero gobiernan, dejan a media legislatura sus cargos a unos supuestos sucesores, a unos delfines, para poder ellos mismos promocionarse mejor desde otros destinos. El supuesto fin es que los novatos vayan preparándose para afrontar las siguientes elecciones y puedan llegar a ostentar el cargo, hasta entonces prestado, desde la postura de ganador de esos comicios. But it don' t come easy. Ello no ocurre siempre así. Los cocineros originales no siempre aciertan en la elección de sus pinches.
En estas pasadas elecciones hemos visto como el delfín socialista impuesto en el Consell Insular no ha podido sacar suficientes votos (de hecho ha perdido nada menos que 5.000) para poder volver a confeccionar la ensalada nacional-socialista acostumbrada. Tampoco le han ayudado los restantes ingredientes del plato al uso. Ni los ultraconservadores del PSM ni los amantes de la acampada, han conseguido tampoco aliñarse en un nuevo revuelto.

Tampoco lo ha conseguido el delfín, socialista también, aupado al Ayuntamiento de Mahón por el maître que huyó a Madrid. Los acostumbrados ingredientes de la ensalada mahonesa están mustios. Se han secado. Así, pues, no habrá ensalada política en los próximos cuatro años ni en Mahón ni en el Consell de Menorca.

Tanto en una administración como en la otra ahora gobernarán quienes efectivamente, de forma real, han ganado las elecciones. Gobernará el primer plato no el aliño virtual. Los menorquines (y los mahoneses), de momento, no tomarán más ensalada política. Esperemos que mejore la digestión.