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E l Eyjafjallajökull, el volcán de nombre impronunciable que en abril de 2010 entró en erupción provocando la interrupción del tráfico aéreo en el noroeste de Europa, ha dejado paso al Grimsvötn, cuyas cenizas afectan ya a Escocia e Irlanda del Norte y se prevé que puedan llegar a España mañana mismo. Las señales de humo procedentes de Islandia, que amenazan con un nuevo caos aéreo, parecen secundar con sus sinuosas formas al Movimiento 15-M, cuyo referente es precisamente la revolución islandesa (también conocida como revolución silenciosa), que logró tumbar al Gobierno, redactar una nueva constitución e incluso motivó las detenciones de varios banqueros. Por el momento, los "indignados" han dejado de ocupar las portadas de los periódicos, demasiado centrados desde el domingo en el resultado de unas elecciones que han teñido de azul el mapa español. Queda claro que la sociedad, como en el twitter, se mueve por "hashtags" y parece inevitable que el próximo sábado las protestas de Sol y los análisis de los comicios queden relegadas por la final de la Liga de Campeones que se disputará en Wembley. Como señala el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en sus teorías sobre la modernidad líquida, vivimos bajo el imperio de la caducidad, en un mundo en el que ya nada perdura lo suficiente.