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El tiempo dirá si la reducción de dedicaciones exclusivas en el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Maó ha sido excesiva o acertada. De entrada, el adelgazamiento de la lista de políticos en nómina parece diseñado para poner en evidencia los excesos del sus antecesores, y en concreto de los partidos minoritarios. Salvador Botella asume por amor a la patria nada más y nada menos que las cuentas, un área compleja que llevaba con justificado sueldo Àngels Andreu, además de la movilidad y la Policía Local, que estaban a cargo de Mateu Llabrés, único edil de EM. Simón Gornés, también sin sobre a final de mes, se agencia educación y cultura, las dos áreas que ha manejado el PSM y que en el anterior mandato merecieron otras tantas dedicaciones exclusivas para Maria Josep Morell y al principio Bartomeu Febrer. Y además se atreve con el puerto. Casi nada. Así las cosas, y con urbanismo y alcaldía bien cubiertos, es lógico pensar que Botella y Gornés puedan ser los futuros titulares de las otras dos dedicaciones exclusivas que el PP deja de momento en el aire. Pero aunque estos dos acaben cobrando del erario público municipal, alguien va acabar poniéndose en evidencia: o los populares por demagogos y demasiado atrevidos, o los otros por unas alegrías en el reparto de sueldos que las urnas ya han castigado.