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El movimiento 15-M está buscando nuevos cauces para mantener viva la indignación que ha reunido a miles de personas en plazas céntricas de muchas ciudades. La fase de la acampada se está terminando e incluso provoca protestas comprensibles de comerciantes y ciudadanos por la imagen y las molestias que crea. Algunos de los objetivos se han conseguido ya, puesto que las protestas han tenido una amplia repercusión en los medios de comunicación, y durante su primera fase han conectado con las preocupaciones de un gran número de personas que sufren las dificultades derivadas de la crisis y la falta de soluciones por parte de las administraciones públicas. La indignación se ha manifestado con claridad y los motivos que la provocan son ampliamente compartidos. La movilización significa participación y ése es el aspecto más interesante del movimiento social. Que la energía generada, que ahora pierde fuerza, se transforme en más compromiso social para ayudar a cambiar las cosas es un paso adelante interesante. Que los espectadores se hayan convertido en actores es un aspecto nuevo. Existen numerosas entidades que se enriquecerían con esta participación ciudadana. El 15-M precisa salir de las plazas y encontrar su camino.