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Es, tal vez, la palabra más usada desde el pasado día 22 de Mayo: autocrítica. Le sigue muy de cerca "crisis". Otras pululan por ese campo semántico postelectoral: liderazgo, "primarias", castigo, análisis, cambio, hartazgo… Pero quizás -tan sólo quizás- también vosotros deberíais efectuar un examen de conciencia…

-¿Por qué? -te pregunta Roig-.

No le contestas. Prefieres saborear la mañana dominical recién apuntalada en su compañía. Los domingos, Roig viste su alma de niño y se muestra feliz de tenerte a su lado. Sabe (¿cómo?) que hoy es festivo y que, por tanto, su paseo violará los lindes acostumbrados… Y es este un paisaje casi sin figuras. Huele a pan. A futuro. A rocío. En las puertas de los bares los primeros clientes fuman en las aceras y todo parece a estrenar. Camino de la Explanada las puertas del "Geriátrico" se han abierto y algún anciano pulula, también él, por los jardines de la plaza próxima, en esa silla de ruedas a la que, en silencio, denomina libertad… Algún borracho duerme sobre los bancos húmedos. Alguna mujer atareada se ha olvidado de que hoy no es lunes… Y los carteles electorales van amarilleando. También las esperanzas de quienes les pusieron rostro. Esperas que no amarilleen igualmente las promesas de los vencedores… Y es entonces cuando, mentalmente, contestas a la pregunta formulada por Roig, tras admitir que, evidentemente, la crisis fue mundial; que, evidentemente, gobierno fue desgobierno; que, evidentemente, las corrupciones y el despilfarro fueron causa y origen de tanto despropósito; que, evidentemente, a la hora de repartir culpas, los dirigentes las coparon casi todas… Pero, y en menor medida… - También nosotros debemos reflexionar, Roig, y hacer autocrítica…-¿Por qué?

- Porque nunca fuimos Ulises, pero, sin embargo, nos dejamos arrastrar por el cántico de las sirenas. Pero ni eran, tan siquiera, eso, sirenas… Eran algo más sórdido…

Hubo un tiempo en que la "caseta" junto al mar se mostró como insuficiente y optasteis por el chalé…Hubo un tiempo en que decidisteis no ensuciaros las manos y renunciasteis al oficio de toda la vida para "progresar" desde lo cómodo (el ladrillo, el alquiler playero, la especulación)…- Os lo pusieron fácil, Roig… Las sirenas eran feas, asexuadas, eróticamente no apetecibles. Pero su melodía, igualmente seductora. Asomaron en vuestras vidas, tímidamente, en forma de "compras a plazos" y se desnudaron más tarde del todo: hipotecas, préstamos fáciles; un "compre ahora y pague después"… No hubo mástil al que atarse para vencer la endiablada zarabanda. Y uno a uno fuisteis cayendo…

Hubo un tiempo en que la "caseta" junto al mar bastaba…Pero hubo otro tiempo en el que un préstamo mayor amortizaba uno menor e, iniciado el juego, se repetía hasta la saciedad…Hubo otro tiempo en que la religión fue el dinero fácil y la demolición de los valores éticos algo prioritario…
Hubo otro tiempo en que una economía salvíficamente diversificada se abolió…Hubo otro tiempo en el que se corrió mucho…Pero sin meta cierta…Hubo otro tiempo en el que dejasteis de miraros a vosotros mismos para mirar no al vecino, sino a lo que tenía el vecino…

Hubo otro tiempo en el que se olvidó el viejo aserto de que si se gana diez no se puede gastar once…Hubo otro tiempo en que todo salía bien…Hubo otro tiempo en el que creísteis que todo siempre saldría bien…

Es domingo. Y mientras paseas a Roig contemplas, sí, esos carteles amarillentos de quienes se han apeado del podio y de quienes esperan ansiosos para subirse a él. Y, cuando se generaliza, se habla de mala gestión -y con fundamento, probablemente-. De despilfarro -seguro- de quienes os representaron. Se les señala con el dedo. Son culpables. La mayoría de ellos, casi con toda seguridad. Pero junto a ese bendito olor a pan recién horneado; junto a las brumas en las que los fumadores expulsados del paraíso se van difuminando; junto a los aromas de los cafés recién hechos, hueles a hipocresía. De hecho reprocháis a muchos el no haber hecho o el no haber sabido hacer lo que tampoco vosotros hicisteis, aunque tenéis sin duda el atenuante de que, como simples ciudadanos, lo hicisteis con dinero propio…Hubo un ayer con futuro. Lo negociasteis. Mal. Os quedasteis con un presente. Un futuro de esplendor pugnaba por nacer, entonces. Ahora os dais cuenta de que el mañana no será aquel, el soñado y de que, a fin de cuentas, la "VISA" acaba pagándose; de que cien no dará doscientos, ni de prestado; de que cien, ya no dará, ni tan siquiera, uno… Y es el preciso instante en el que, con razón, sin duda, alzáis el dedo acusador... Pero nunca frente a un espejo...