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De calamares a la romana, vino tinto, escupitajo y olé. Así somos. He conocido algún antropólogo por estos mundos que ha intentado convencerme de que cada cultura tiene un 'modus operandi' que le lleva a hacer las cosas así o asá. Digo que ha intentado porque me gusta pensar que somos un poco más que simios evolucionados que saben utilizar un palo para algo más que para rascarse la espalda. Pero se ve que no. El jueves leí un artículo en "El Mundo" en el que un iluminado reconvertía a su burro en un caballo de raza española, con sus movimientos de baile incluidos. "Ha sido un entrenamiento muy duro", declara. No te joroba. Es como si a uno le da por querer ser pez y se tira 20 minutos debajo del agua. Es probable que antes de que le salgan agallas y tolere el H2O se muera tras disfrutar de la agónica sensación de quedarse sin aire.

Me pregunto a beneficio de qué servirá reconvertir un asno en un caballo de ferias. Oye, que quizás la NASA está detrás de todo esto y es de vital importancia para la salvación de la Humanidad o para un futuro tratado de paz con los extraterrestres, pero me da a mi que no. Me parece que el propietario en cuestión tiene demasiadas horas libres, pero se ve que la parafernalia es rentable ya que cobra 300 eurazos por exhibición. Y no le faltan admiradores.

El hecho es que el caso va que ni pintado para explicar una plaga que hoy en día azota España. Nos hemos acostumbrado a reconvertir a las personas y a sus especialidades. En lugares de trabajo se apuesta antes por un colega que por un especialista, y se hace convencidos de que la idea saldrá bien. El campo en el que más se palpa esta práctica es en la política. En la local y en la nacional. Esto da pie a que muchos descerebrados manejen una cantidad de dinero desorbitada en sus respectivas carteras, consellerias o regidorias que acaba, en el mejor de los casos, despilfarrado, ya que muchas veces se le pierde el rastro entre facturas hinchadas y otros tejemanejes.

Al final me da por pensar que los antropólogos de los que hablaba al principio tienen razón y que repetimos comportamientos hasta la saciedad. Pero desde ahora, cuando intenten convencerme, sonreiré confiado y responderé: "Puede que estés en lo cierto porque el que es burro, por mucho que le enseñes piruetas y trucos baratos seguirá siendo burro".
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dgelabertpetrus@gmail.com