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El movimiento 15-M está evolucionando por necesidad. Se desmontan las principales acampadas de Madrid y Barcelona y se articulan otras formas de expresar los motivos de la protesta. En la plaza Colón de Maó está previsto que hoy se adopte una decisión, que ha de permitir recuperar el aspecto habitual de este céntrico espacio de la ciudad. El movimiento topa ahora con algunos de los habituales conflictos democráticos. Casi nunca una decisión se adopta por asentimiento de todos. Siempre existe el derecho a la discrepancia y el compromiso de aceptar el acuerdo de la mayoría para que sea posible la convivencia, sin que ello cuestione las libertades individuales. La expresión de la indignación y la actitud de respeto a los demás no son conceptos contradictorios, sino precisamente elementos esenciales de la democracia real. La agresión verbal contra los nuevos concejales de Maó, que protagonizaron los 'indignados' el sábado fue un exceso y no de democracia, precisamente, que perjudica el sentido del propio movimiento ciudadano. La actitud valiente y respetuosa de los ediles y la prudencia de los agentes fue ejemplar. No hay que olvidar que el paso que sigue a la indignación es el compromiso social.