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El 15-M es desde ya y para siempre mucho más que la combinación de un número y una letra. Es la expresión de una rabia, una impotencia y una indignación tan grandes que uno de los tópicos más arraigados se desvanece por momentos, el de la sociedad apática y resignada. Solo por eso los indignados merecen aplauso y consideración. 10.000 de ellos salieron este fin de semana a la calle en Palma, 200 en Maó, para demostrar que quieren seguir siendo protagonistas de un cambio que se antoja ineludible. Van con la directa puesta dispuestos a que nadie piense que con la marea azul ya está todo hecho. Y eso que la marea azul también va con la directa puesta. Habrá que ver que acaban ejecutando los gobiernos populares del Archipiélago, pero día sí y día también, nos desayunamos con anuncios que merecen la aprobación inmediata (a falta de conocer la letra pequeña). Bauzá expresa su propósito de reducir a 25 días el pago a proveedores y éstos -y las familias que dependen de ellos- deben estar pensando que ya tarda. Sin embargo, no será dicho y hecho. El propósito requiere una modificación normativa que no llegará antes de final de año y un erario saneado que nadie sabe cuando llegará, pero ahí está. Tampoco los indignados van a conseguir que el orden de cosas cambie de hoy para mañana, pero ahí están.