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Es hora de irle poniendo fin a la cosa esta de la austeridad. Ya sabemos que el PP ha reducido mucho los organigramas de las distintas administraciones, ya sabemos que al PSOE le parece que no se han reducido tanto. Vale. Ya está. Finito. Punto. Se acabó. Adiós. Corto. Hasta aquí. Bye bye. No nos podemos pasar semanas enteras dando cifras de ahorros multianuales, comparando sueldos y con la calculadora en la mano. Los elegidos deben ponerse a gobernar, con el coste que ya sabemos. La pedagogía sobre la austeridad empieza a aburrir un poco. Además, si una cosa es muy barata, pero al final es mala, acaba siendo cara. Lo que cuenta es el resultado que da una inversión, no la cifra en sí. Nada es barato ni caro en términos absolutos, sino en función de su calidad y prestaciones. Del mismo modo que muchos nos dimos cuenta, antes de que apareciera Bauzá, de que los organigramas que manejaban Consell, Govern y algunos ayuntamientos eran excesivos, ahora estamos expectantes por las consecuencias y el manejo de tanto ahorro y recorte. Ya hemos aplaudido a rabiar la valiente y necesaria erradicación de lujos asiáticos (que entre todos, todos, incluidos los que ahora recortan, crearon). Pero no hay que perder más tiempo. Es hora de ponerse a trabajar y demostrar que el producto en oferta no acabará siendo un saldo. Es lo que la gente espera.