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El balance de las fiestas de Sant Joan de este año presenta una cuestión central que se refiere a la seguridad. Preocupan situaciones graves, como los accidentes en Es Pla, con un incremento del riesgo para los "cavallers" y para el público, y las agresiones sexuales en lo que debería ser la fiesta de "ses avellanes". Sant Joan pierde belleza si no se toman medidas para evitar estas situaciones. La masificación es un debate antiguo, pero que hay que afrontar. Ciutadella no puede ser el punto de encuentro de un macro botellón. La apertura del puerto comercial ha provocado un desembarco masivo de mallorquines, calculado en un incremento de más de 7.000 personas. Limitar las plazas puede ser una medida a valorar, aunque lo que es evidente es que las autoridades han de tomar algunas decisiones. Los 'ciutadellencs' son los primeros que lamentan este riesgo de deterioro porque aman su fiesta y defienden su esencia. Pero lo más importante es que las personas no pueden sufrir un trato denigrante, ni ser víctimas de agresiones. La respuesta a esta encrucijada se ha demorado durante años y representa un reto difícil. Ahora es el momento de abrir una reflexión que ha de llegar a conclusiones concretas.